
Entregarnos cuando nos vence la ambigüedad
La noche establece una clave de misterio para muchos de nosotros. En la oscuridad, nuestra capacidad de ver con los ojos físicos se limita notablemente y solo nos queda andar a tientas, tocar, confiar en nuestros instintos y estar listos a uno u otro golpe irremediable. Simbólicamente, la noche no solo es el fenómeno de oscuridad que se produce cuando una cara de la Tierra se oculta del Sol, sino también un momento en el que nos cuesta saber dónde estamos.
Esa sensación de vivenciarnos perdidos nos produce ambigüedad, temor, dudas e incertidumbre… y de eso nos habla esta clave arquetípica. Hay lugares aún más oscuros y laberínticos en nuestro inconsciente, que se manifiestan de muchas formas: en frases que decimos sin pensar, chistes repetitivos, muletillas, actos fallidos, sueños recurrentes o cargados de simbología, intuiciones que no comprendemos, etc.
Este arquetipo nos habla de que hay traspasar la oscuridad para hallar la luz y valorarla. Nos dice que la oscuridad en sí misma no es “mala”, simplemente es una vivencia que nos muestra el contraste de aquello que no comprendemos estando solo en la luz. No nos gusta atravesar la oscuridad por todo lo que implica y porque cuando se profundiza se convierte en una noche oscura del alma.
Este arquetipo se conecta también con la meditación y la recuperación de nuestro centro en calma. En este momento piensa en una noche donde brillaba la luz de la Luna con intensidad, ¿cómo se veía todo?, ¿cómo funcionaba tu sistema perceptivo? Esta luz representa un misterio y una revelación al mismo tiempo: ilumina un poco el camino y la tierra alrededor, se refleja en el agua e ilumina el cielo. Pero si lo miras de un modo astronómico y a la vez simbólico, la Luna refleja la luz del Sol, por sí misma no es capaz de emitir luz, así que también te sirve como un recordatorio de que, en medio de la oscuridad, hay un sol [interior] aguardando por ti, una luz que se manifestará al amanecer.
Esta simbología contradice el mandato actual de la felicidad permanente como ideal de vida. Si viviéramos en este estado [maniaco] permanente, nos perderíamos una parte importante de lo que implica vivir en este plano de dualidad, nos quedaríamos sin conocer la otra versión de la realidad. También es cierto que esa oscuridad parece prolongarse mucho tiempo, parece estar en casi todo y en todas partes, pero al mismo tiempo es una invitación a revisarnos para comprender por qué alimentamos ese estado y esa manera de ver el mundo que creamos.

Parte de la oscuridad se manifiesta como un ciclo natural, nos llega y es inevitable, es una necesidad del cosmos… otra porción la creamos nosotros mismos y el desafío es saber lidiar con ambas porciones, darles su justo lugar mientras las comprendemos y aprendemos de ellas. De eso nos habla el arquetipo de la Luna.
Este arcano también conlleva una invitación a conectarnos con nuestros secretos, con lo oculto que nos habita y que no nos atrevemos a explorar por temor a descubrir algo que quizás nos incomode, que quizás desbarate la imagen de lo que creemos real y sólido en nosotros y en nuestro mundo. Por eso también es una clave que nos contacta con los miedos más aterradores, es un arcano del eterno temor a la confrontación con lo inconsciente.
Si el arcano del Diablo nos hace ver que hay sombras en nuestro andar y heridas que se convierten en sacos de basura que arrastramos o echamos al sótano del inconsciente, la Luna no nos deja otro camino que empujarnos a ver todo eso y luego encararlo para poder transmutarlo. Parece casi como si nos dijera: “no te mientas más a ti mismo (a)”. Por eso también activa una gran incomodidad en nosotros, porque en algún punto nos dificulta distinguir la realidad de la ficción.
Este arquetipo nos conecta con todo lo que está pendiente por resolver en nosotros, por eso también la ambigüedad de la imagen: Parece una luna, un sol o un eclipse, como queriéndonos decir que lo que sea que tengamos por dentro se puede manifestar de muchos modos y, hasta tanto no nos hagamos cargo entablando un diálogo abierto con nuestros demonios, seguiremos hundidos en la frustración de nuestro círculo vicioso.
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[…] La Luna misteriosa […]
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Esta carta es enigmática, realmente. El otro día la relacioné con la energía femenina por la luna supongo. Me está encantando el descubrimiento. Realmente interesante y, a la vez, estoy descubriendo la cantidad de personas a las que, como a mí, les ha pasado lo mismo con el Tarot.
Gracias por la parte que te toca.
Saludos!
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Sí, esta clave también la encuentro bastante compleja, aunque la energía femenina se expresa e integra con más fuerza en los arquetipos de la Sacerdotisa y la Emperatriz. La simbología astronómica que llega es ambigua porque es luna, sol, eclipse… todo al mismo tiempo, aunque la identidad simbólica la da la luna misma… es como si nos dijera que en nuestras profundidades somos todo eso al mismo tiempo. En síntesis, muy intrigante, pero un paso necesario para descubrir el Sol Interior (que es la clave que se expresa en la siguiente entrada que aparecerá mañana). Gracias por tu interés y por pasarte por aquí.
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