Yo soy la luz del mundo
Cuando nos sentimos apagados, bajos de nota, decepcionados, inseguros de nosotros mismos, dudosos de nuestro poder… cuando nuestros padres nos fallan, cuando las instituciones, el Estado, el Gobierno, el clero, faltan a su propósito… es natural experimentar un sentimiento de oscuridad, frustración, falta de claridad o decaimiento. Entonces es ahí cuando nos invade la desesperanza, la desconfianza y la falta de fe en el futuro… vemos el presente y el porvenir en completa oscuridad. Este contraste nos muestra la ausencia simbólica del arquetipo de “El Sol” en nuestra vida.
Casi que todos sin excepción disfrutamos los días de sol. A no ser que vivamos en una región seca y desértica donde el sol predomina casi todo el tiempo, en general disfrutamos viendo el ambiente iluminado, sintiéndonos acompañados, energizados y nutridos por el gran astro. A lo largo del tiempo, en la mayoría de culturas se ha adorado al Sol arquetípico como la figura masculina y padre creador que infunde su potencia a todo lo que existe.
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