Arquetipos: las huellas memorables del inconsciente colectivo

Arquetipo de la "Gran Madre"
El arquetipo de la «Gran Madre» o la «Madre Sagrada» es quizás uno de los más extendidos en el mundo

¿Qué son los arquetipos y por qué nos hacen humanos?

Los arquetipos han calado en la historia de la humanidad durante siglos y se asocian a una idea misteriosa y escurridiza. Igualmente, se manifiestan a través de una interesante y “mágica” utilidad práctica por la cantidad de evidencia que los acompaña y por la aplicación a distintos campos que van más allá de la psicología. 

¿Qué es un arquetipo? Hace varios años he venido hablando en este blog de algunos temas que se relacionan con la idea de “Arquetipo”, pero nunca me había tomado el tiempo de organizar una entrada que explique en términos sencillos de qué se trata. Ahora calmemos la curiosidad y vamos al grano.

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21. El Mundo triunfal e iluminado

La iluminación de la plena naturaleza interior expresada

Cuando experimentas plenitud, cuando tu esfuerzo ha rendido frutos y sientes que se materializa todo aquello que te propusiste, entras en contacto con el arcano del Mundo. Este arcano también nos habla de la conquista que se da cuando ya estamos plenamente en nosotros mismos. Naturalmente, esta no es una conquista estática y finita, pero es sin duda la culminación de un camino que decidiste emprender.

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20. El Juicio

El renacimiento en unidad

Este arcano, junto a la Muerte, la Torre y los Enamorados, es quizás uno de los que más confusión genera entre quienes alguna vez nos enfrentamos por primera vez a la simbología arquetípica del Tarot. El Juicio es fácil que tendamos a asociarlo a la idea cristiana del “Juicio Final” o el Apocalipsis, como si con el Juicio todo terminara trágicamente… Desde luego no es así, hay mucho más en este arcano.

Si en la clave de El Sol juntamos los opuestos, en el Juicio se da un renacimiento que se simboliza en las polaridades opuestas que ven nacer una figura unificada (coniunctio, hierogamia) a través de la presencia de ese niño que bien puede ser fruto de la unión de ambos, o lo que es lo mismo, “un evento de creación en unidad”, que nos permite salir de la inercia mental y espiritual de “nuestras oscuras profundidades” (las fosas). Por eso experimentamos el renacimiento a una nueva vida.

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19. El Sol que trae luz sobre la oscuridad

Yo soy la luz del mundo

Cuando nos sentimos apagados, bajos de nota, decepcionados, inseguros de nosotros mismos, dudosos de nuestro poder… cuando nuestros padres nos fallan, cuando las instituciones, el Estado, el Gobierno, el clero, faltan a su propósito… es natural experimentar un sentimiento de oscuridad, frustración, falta de claridad o decaimiento. Entonces es ahí cuando nos invade la desesperanza, la desconfianza y la falta de fe en el futuro… vemos el presente y el porvenir en completa oscuridad. Este contraste nos muestra la ausencia simbólica del arquetipo de “El Sol” en nuestra vida.

Casi que todos sin excepción disfrutamos los días de sol. A no ser que vivamos en una región seca y desértica donde el sol predomina casi todo el tiempo, en general disfrutamos viendo el ambiente iluminado, sintiéndonos acompañados, energizados y nutridos por el gran astro. A lo largo del tiempo, en la mayoría de culturas se ha adorado al Sol arquetípico como la figura masculina y padre creador que infunde su potencia a todo lo que existe.

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18. La Luna misteriosa

Entregarnos cuando nos vence la ambigüedad

La noche establece una clave de misterio para muchos de nosotros. En la oscuridad, nuestra capacidad de ver con los ojos físicos se limita notablemente y solo nos queda andar a tientas, tocar, confiar en nuestros instintos y estar listos a uno u otro golpe irremediable. Simbólicamente, la noche no solo es el fenómeno de oscuridad que se produce cuando una cara de la Tierra se oculta del Sol, sino también un momento en el que nos cuesta saber dónde estamos.

Esa sensación de vivenciarnos perdidos nos produce ambigüedad, temor, dudas e incertidumbre… y de eso nos habla esta clave arquetípica. Hay lugares aún más oscuros y laberínticos en nuestro inconsciente, que se manifiestan de muchas formas: en frases que decimos sin pensar, chistes repetitivos, muletillas, actos fallidos, sueños recurrentes o cargados de simbología, intuiciones que no comprendemos, etc.

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17. La Estrella

La unidad con el cosmos

Nos han hecho creer que hay gente que nace con estrella y otra que parece estrellada… el arquetipo de la Estrella nos habla de la conexión que tenemos con el cosmos y todo lo que existe en él. Nos habla de bendiciones y de abundancia.

En su simbología nos presenta el principio femenino en una actitud contemplativa, dándonos a entender que esa conexión con el universo se establece en el nivel de la meditación. Cuando somos capaces de apagar el ego y quitarle su poder, cuando nos centramos a través de la respiración, la quietud y cualquier otra técnica meditativa, somos capaces de armonizarnos y vibrar en la longitud de onda del cosmos.

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16. La Torre de la destrucción

Romper los esquemas del ego

Las prevenciones y los rechazos son narraciones ejecutadas, son creencias en uso. Todos hemos construido una gran torre con todo eso, apilando cada idea, una a una, para luego darnos cuenta de la prisión que hemos construido. Muchos ya lo hemos vivido: esa ruptura amorosa que decidimos e impulsamos por nuestra cuenta (por más que nos doliera), esa renuncia al empleo de hace años o ese cambio de residencia donde parecía que todo estaba resuelto y que nos quedaríamos por mucho tiempo.

Podría decirse que el arquetipo de la Torre es “hermano” del arquetipo de la Muerte, porque ambos hablan de finalizaciones, cierres y cortes definitivos. Si la Muerte habla de los cambios espirituales y las renovaciones para que surja lo nuevo, la Torre habla de matar los apegos a lo material y mental para poder dar paso a lo nuevo. Por eso aparecen la simbología del rayo y del fuego: por un lado, la destrucción y por otro, la transmutación en nuevos elementos. Para que esto suceda hay que caer de la torre, bajarse del ego, así las llamas nos rodeen y así el golpe sea duro contra el piso.

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15. El Diablo

La sombra que nos ata

Todos tenemos una sombra, un lado oscuro que negamos y que hacemos cualquier cosa por ocultar y mantener en el sótano. “La sombra es aquello que no se ha conectado con la luz, es aquello que aún necesita trabajarse”.

Todo positivo tiene su negativo y viceversa. De eso nos habla el arquetipo del Diablo. Podemos pensar con facilidad que la sombra es lo “malo” y “perverso” que nos habita, pero también pueden ser cosas que no necesariamente son dañinas o destructivas en nosotros mismos, pero que están ahí y que no aceptamos, que no queremos darles la cara.

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