El círculo de consciencia

Hace un tiempo conversamos sobre el Minimalismo Energético y revisamos aquellas cosas que nos quitan energía y nos hacen perder el tiempo. Hace poco estuve en un taller en el que descubrí un pedacito que me hacía falta para cerrar el entendimiento de cómo y por qué perdemos tanta energía en tonterías. Se trata de la idea del círculo circunstancial y el círculo de influencia; te contaré de qué se trata.

Tú yo nos la pasamos pensando en muchas tonterías. Mantenemos un parloteo mental permanente y en muchos casos insoportable. Así hagamos un esfuerzo por estar en el aquí y el ahora, así meditemos con juicio, no deja de estar rondándonos una vocecita que no para de hablarnos, recordarnos muchas cosas o sacarnos del foco del momento presente.

El fondo del asunto es que mucho de eso en lo que invertimos energía mental es totalmente irreal e innecesario.

El Círculo Circunstancial

Es el círculo sobre el cual no tenemos ningún control o capacidad de acción. Este es quizás el círculo sobre el que más tiempo y energía perdemos. Se trata de aquellas cosas que presenciamos como espectadores, pero sobre las cuales opinamos o nos damos a la tarea de juzgar como si tuviera efecto lo que hacemos, sentimos, pensamos o decimos.

Lo asumimos con tal apasionamiento que perdemos de vista con bastante facilidad el hecho de que, sea cual sea nuestra postura, es totalmente irrelevante para el evento. Un buen ejemplo es el fanatismo por el fútbol. Alguien puede decir: ¡No estoy de acuerdo con lo que hace el técnico… debería hacer tal o cual cambio… poner este jugador… o tal otro…! En fin, gritamos, parloteamos, sufrimos y nos estresamos; es una soberana tontería. El técnico no puede escucharnos ni vernos y, así lo hiciera, nuestra opinión le vale un pepino.

Lo que pensemos o dejemos de pensar no tiene ningún efecto o influencia, pero nos desgatamos en pensar, juzgar, debatir y hasta podemos terminar peleando con alguien por algo que no importa (y en el peor de los casos, terminamos lesionándolo o hasta asesinándolo).

Sigo en el ejemplo del fútbol: Mucha gente experimenta una cantidad enorme de sufrimiento y de otro tipo de marea emocional por algo que en términos concretos es “el negocio de otro” (¡Sí, el negocio de los accionistas del amado club y de sus patrocinadores…!). En términos clínicos, suena bastante cercano a la esquizofrenia… es una realidad imaginaria compartida por muchos que terminan creyendo que es normal y aceptable.

Todo aquello sobre lo que no tengo control, que ocurre a pesar de mí, es circunstancial. Sí, sé que he dicho hasta el cansancio que somos creadores de la realidad en la que vivimos, que inventamos nuestra realidad, pero hasta eso tiene un límite.

El Círculo de Influencia

Como ya habrás podido deducir, el círculo de influencia es todo lo contrario. Es aquello sobre lo que tengo poder directo para modificarlo, influenciarlo y generar un efecto concreto. El Círculo de Influencia es mi vida y todo lo que entra en contacto con ella.

Acá es donde se pone interesante el asunto: Finalmente ¿Qué es todo aquello que forma parte de mi vida? ¿Qué tanto atiendo? ¿Qué tanto controlo y qué tanto no? ¿Cuántas cosas caben en mi anillo de consciencia? ¿Cuáles de esas cosas son verdaderamente importante? ¿Cuáles quiero conservar y cuáles ameritan ser desechadas?

Son muchas preguntas al tiempo que claramente no se responden en un solo momento. Son preguntas móviles con respuestas que van variando en el tiempo. También tienen una trampa importantísima: la ilusión del control. Pero no hablaremos de eso por ahora; solo lo dejo a manera de reflexión y para prevenir contradicciones.

Somos algo que sucede todo el tiempo, somos una consecuencia del fluir y discurrir de la “flecha del tiempo”, así que pretender controlar nuestro Círculo de Influencia también se conecta e interrelaciona con lo que ocurre con los Círculos de Influencia de otras personas y demás acontecimientos.

¿Qué podemos hacer?

  1. Lo primero es aclararnos sobre lo que tenemos en un círculo y en el otro. En principio puede llegar a ser complejo porque estamos acostumbrados a ver la realidad así y a juzgarla, pero luego se vuelve en un hábito natural. Zafarnos de los juicios es difícil porque estos ayudan a darnos un sentido de identidad que necesitamos para encajar en lo que creemos que es la realidad, pero es necesario para liberarnos y despertar.
  2. Cuando estemos cayendo en el hábito de pre–ocuparnos por tonterías del Círculo Circunstancial, producto del entrenamiento del hábito consciente del punto anterior (1), deberemos estar en condiciones de contenernos a nosotros mismos y no caer en juicios, emocionalidades, apegos y toda esa clase de sobresaltos innecesarios a los que estamos acostumbrados. En resumen, nos vaciamos del Círculo Circunstancial.
  3. Concentrar nuestro Círculo de Influencia y tener plena claridad de lo que contiene, de lo que es importante que permanezca en él, de cómo preservarlo y hasta de lo que merece ser desechado de vez en cuando porque ya no nos aporta nada. Desechada la atención en lo Circunstancial, esto debería funcionar.

Parece que tenemos una ruta simple y minimalista hacia el desapego. Sin duda, nos puede traer paz y claridad para que por fin tengamos una mente enfocada. Perdemos energía quejándonos así haya cosas que son así y que me es imposible cambiar; “aceptación” le llaman a eso (cuando las dejo ser…) y en algunos casos tolerancia (cuando me las aguanto así no las comparta…). Yo decido.

 

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Crédito de la imagen:

Ben Sweet

 

🙂

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