Cómo nos sigue estafando la universidad

Esta temporada ha sido propicia para ponerme al día en mi larga e interminable lista de lecturas pendientes. Ya llevo leído un libro y voy exactamente por la mitad de otro, pero conforme avanzo me doy cuenta de una verdad que empecé a arañar justo después de graduarme de la universidad: ¡Y es que me estafaron!

Dinero por un pobre intercambio

Cuando te estafan alguien te pide dinero para entregarte algo que luego no llega. Para los que tuvimos el privilegio de pasar por una universidad es quizás la sensación que se ha vuelto común. La viví en el pregrado y luego en el posgrado. De ahí mi desengaño y el de mucha gente que conozco. Pero esta vez la sensación se ha profundizado porque se me ha dado por estudiar una profesión que es bastante singular en este sentido: la Psicología.

Lo primero que hay que entender es que no existe “una psicología”. El ciudadano de a pie no sabe ni entiende eso; cuando busca un psicólogo [para lo que sea] no tiene idea de que el profesional de turno se formó dentro de un determinado molde, dentro de una perspectiva y eso equivale a ponerse unas gafas… así, alguno puede ver el mismo problema con un tono de azul, otro de naranja, otro rosa, otro violeta y así… no me interesa entrar en el detalle de lo que ocurre “epistemológicamente”, pero la cosa es así.

El cuento es que me formé viendo una disciplina del conocimiento que forzadamente intentaban meter en cajas y que era guiada por un montón de docentes llenos de prejuicios… claro, hubo algunas excepciones, pero vaya que sí fueron muy pocas y notables.

Docencia tendenciosa

El problema cuando estás empezando una carrera es que te enfrentas por primera vez a algo, un campo basto en el cual solo tienes tus ganas, curiosidad y expectativas. Entonces van llegando las clases y te van diciendo que lo correcto es esto, que lo falso es lo otro, que eso es ciencia y que esto otro es pseudociencia, etc.

En ese momento es complicado abordar eso con criterio, porque te toma tiempo rendir en lo que estás y dedicarle tiempo a explorar otras perspectivas, especialmente si estás en los primeros niveles… pero poco a poco va pasando el tiempo y escuchas a compañeros de otros semestres más adelantados que hablan de otros temas bastante excitantes que parecen conversaciones de adolescentes discutiendo sobre el porno que vieron el pasado fin de semana.

En fin, el punto es que muchas veces escuché frases de sanción hacia campos del conocimiento que muchos de esos docentes no se habían dado a la tarea de explorar y en consecuencia ¡No comprendían! ¿Te imaginas la locura? ¿Cómo me atrevo a juzgar (sancionar) algo que no conozco?

Sanción a todo lo “diferente”

El mantra se resumía en que había que ser objetivos, científicos, sistemáticos, rigurosos… y nunca puse en duda eso, porque finalmente nos preparábamos para servir a otros con algo que es absolutamente delicado: la psique… (con lo que sea que es eso).

El asunto es que con el tiempo me empecé a dar cuenta de que la supuesta “ciencia” con la que nos movíamos se parecía más a una religión, en el sentido de que “lo mío es lo correcto y bueno” y lo “otro es incorrecto y malo”. Sumado a eso, y creo que a muchos de mis colegas les pasa, la psicología académica que vemos en la universidad termina volviéndose árida y difícil de conectar con los fenómenos psicológicos normales… ¿Por qué?

Porque nos enseñan a pensar en los individuos como islas… desconectados de la sociedad, de la familia, de la educación, de la información y las comunicaciones, de la biología, la alimentación, el ambiente, la cultura, los valores y el espíritu o lo trascendente (numinoso) que le habita. Somos una compleja cajita de relaciones que mueve nuestro mundo y viceversa. Pero esto lo digo aquí y ahora bien sentado, dos décadas después…

Demasiado tarde

Tuvo que correr mucha agua debajo del puente para poder poner las cosas en perspectiva, para entender que a los seres humanos es difícil y peligroso meterlos en estadísticas del estilo: si yo estoy “sano” y tú “deprimida”, significa que estadísticamente los dos estamos “medio deprimidos” o “medio sanos” ¡Es una locura!

Pero he de confesar que mi trabajo de grado (meritorio) tuvo datos procesados en SPSS… pero que en el fondo entendí más de los sujetos de estudio sentados en la sala de una casa escuchando sus experiencias y temores, que viendo una gráfica que resumía los datos de los “hallazgos”.

En las universidades aprendemos mucha teoría sin crítica y sin conexión alguna con fenómenos reales del día a día o del quehacer profesional. Ese es un precio altísimo que pagamos después de graduarnos, cuando nos lanzamos a esa olla llena de aceite caliente que se llama “vida laboral” y que nos exige unas competencias totalmente distintas.

La verdadera carrera la estudié trabajando

Un serio problema que sigo viendo [cada vez más acentuado] es la creciente proliferación de profesores llenos de títulos, pero con poca experiencia en el mundo real… Y sí, y hay que investigar, y crear conocimiento, y bla, bla, bla… pero en muchos casos estas vitrinas andantes llenas de cartones esconden una absoluta aversión a la práctica y se refugian en el mundillo “virtual” de la academia, donde más o menos la existencia es la misma; estudian y estudian toda la vida, pero el mundo que ebulle ahí afuera les es ajeno…

Lo viví como estudiante, lo he visto en asesorías que he prestado y lo sigo viendo en los profesionales jóvenes que ayudo a contratar… todos salimos lelos, tratando de entender qué es lo que pasa. Es abrumador.

Empecé hablando de un libro e hice un largo periplo para al final llegar a la conclusión casi obvia de que el conocimiento es maravilloso, que lastimosamente lo hemos limitado a un título (camino a una titulación) y que en muchos casos termina pesando más el pergamino que el mensaje o el mensajero.

Estoy leyendo un libro que más o menos me muestra que hay una psicología occidental absolutamente mediada por los prejuicios intelectuales de la cultura de la que surgió y una psicología “oriental” apuntalada en varias ideas del budismo que mira completamente para otro lado y que tiene unos paradigmas radicalmente distintos.

Tengo amigos abogados, contadores, ingenieros, economistas… que se quejan de circunstancias parecidas, pero sin duda menos complejas… muchos ingenieros que aprendieron cálculo y ecuaciones diferenciales y que su vida profesional hoy la resuelven con MS Excel; mucha ingeniería bajo la frase de que “en esto [de la ingeniería] uno más uno es dos”, pero que pronto se dan cuenta de que el mundo es dinámico, caótico y multivariado, y que siendo “ingenieros” en realidad no son tan creativos ni tan buenos para resolver problemas… Me encanta escuchar sus historias y la humildad con la que muchas veces terminan estrellándose contra la realidad… ¿Cuál será tu historia mientras lees esto?

Me llevó casi ocho años (2004 – 2012) encontrarme con la otra realidad distinta (Psicología Transpersonal, Psicología Analítica y Psicología Budista) a lo que creía que sabía y a lo que fundaba el mundo que comprendía… y todavía me sigue asombrando la enorme riqueza que tiene todo lo que no aprendí en la universidad (Abhidharma) y que está en los libros que ahora me devoro, con la misma curiosidad de la primera vez, pero ahora con un panorama vasto y extenso frente a mí, con el que siento que puedo hacer mil cosas al mismo tiempo y que no habrá título que lo pueda abarcar.

 

Tal vez te interese: Un día más sin usar el trinomio cuadrado perfecto

 

😊

Tus comentarios le dan vida al sitio:

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.