Ésta es una breve reflexión sobre la sutil y delicada diferencia entre sólo verse el ombligo y observar alrededor, entre buscar caminos o acostumbrarse, entre no intentar nada distinto o crear una forma nueva de hacer las cosas. Ambas palabras, aunque puedan sonar parecidas, denotan dos actitudes totalmente diferentes frente a la vida, dos actitudes frente al dar y el darse, entre ser “demanda” o ser “oferta” para el mundo. ¿Con cuál juegas tú?
Simplismo
El simplismo, en el fondo, lleva la preocupación por hacerme las cosas fáciles, pero no necesariamente sencillas. El simplista rara vez se pregunta por el valor de lo que hace; esta clase de preguntas le son extrañas y hasta amenazantes porque lo que quiere es la facilidad para sí mismo. El simplista es superficial y pasivo. Se sienta a esperar a que las cosas le lleguen desde afuera, ya sea para obedecerlas o para rechazarlas. El simplista no mira hacia delante ni le importa pensar en las consecuencias porque sólo le importa cumplir.
El simplismo es un soterrado descuido de los detalles y de lo importante, un descuido del valor intrínseco, del sentido y de la capacidad de aporte. Su sintomatología más común son la negligencia, el automatismo y la costumbre. Respuestas del estilo: “Yo no sé, cuando yo llegué ya estaba así… llevamos ocho años haciéndolo igual ¿Por qué tendría que cambiarlo ahora…?” Son claras muestras de simplismo. Esto es comodidad y tranquilidad, porque sólo me interesa que las cosas sean fáciles para mí, porque no me interesa mejorar y no importa que lo que haga bloquee mi crecimiento u obstaculice la vida a otros.
Simplicidad
Puede ser extremadamente exigente hacer que algo sea fácil conservando su impacto y su esencia. La simplicidad es un proceso constructivo y una actitud frente a la vida; por eso corre el riesgo de contaminarse de aparentes “facilismos” y “flojeras”, cuando en realidad conlleva un profundo esfuerzo de sofisticación. El gran reto de la simplicidad es hacer sencillo lo que parece complejo, en hacer accesible lo aparentemente inalcanzable.
Simplificar requiere altas dosis de entendimiento. No podemos hacer sencillo aquello que no comprendemos. La profundidad y la práctica son las que logran que las cosas se conviertan en explicaciones y acciones intuitivas. La simplicidad requiere que seamos precisos y breves, que hagamos lo que hay que hacer, ni más ni menos, porque cuando caemos en el supuesto “encanto” de “hacer más” en realidad no es así y podemos terminar haciendo lo innecesario o lo inconveniente.
Simplificar requiere que seamos ingeniosos. Recordemos que todo aquello que evaluamos como un “problema” no es más que un juicio que hacemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra capacidad para afrontar una situación de la vida. Lo que para alguien puede ser un problema, para mí puede no serlo y viceversa. Precisamente ahí está el reto de la simplicidad: ¿Cómo lograr que lo que haga no sea un problema para otro? ¿Cómo lograr que lo que haga sea plenamente intuitivo para cualquier persona?
Finalmente, el simplista sueña con la máxima reducción, con llevar las cosas a su máxima expresión de facilismo. Por eso ser simplista es tan distinto a ser simple. El “simplista” puede dejar de lado los detalles clave, mientras que el “simple” cuida los detalles importantes, los tiene siempre en perspectiva y preserva las relaciones entre ellos, quitando del camino lo que sobra o lo que es irrelevante. Alguien que cuida lo simple es consciente de que cualquier descuido puede desencadenar complicaciones indeseadas que luego será mucho más complejo resolver.
El reto de la simplicidad es servirle a mucha gente, pero no necesariamente agradarle a todo el mundo. Acá no se trata de ganar simpatizantes, sino de atender y resolver lo que importa. La simplicidad es el camino en línea recta para crear valor, por eso nadie dice que “ser simple” sea fácil.
[…] reitero la gran diferencia que puede haber entre simplicidad y simplismo, de la cual ya hablé en otra entrada. Aquí me refiero al hecho de hacer las cosas tan sencillas que un número creciente de personas […]