El mito del momento preciso: el arte y la ciencia de hacerte cargo de tu bote

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Tal vez muchos vivimos con esa enfermiza manía de estar esperando el momento preciso (perfecto) para todo. Alguien con mucha convicción me dijo que el 2014 era un año para hacer declaraciones y tomar decisiones. Personalmente no sé si sea por el año o qué, pero la velocidad a la que fluye el torrente de la vida no nos perdona postergar lo impostergable. ¿Cuál es el momento perfecto? El problema parece ser que queremos tener el control sobre las respuestas y sobre lo que va a pasar, sabiendo que en el fondo vivimos en medio de un montón de ilusiones.

El “momento perfecto” como mito personal

El momento perfecto es una definición tuya o, en el peor de los casos, una definición que alguien más te repitió muchas veces y que por alguna razón te creíste. A todos nos ha pasado lo mismo. No sé si te has dado cuenta de que vivimos confirmando aquello en lo que creemos (mito personal) ¿Con qué te conformaste? ¿Crees que el mundo puede ser de una sola forma?

Si el momento perfecto tiene que ver con tener el dinero suficiente… tal vez nunca lo tendrás o siempre hará falta más. Si tiene que ver con “encontrar” la pareja “perfecta»… hablando del cliché sentimental de la “media naranja” que llegará a completarte porque eres un «defectuoso y desgraciado» ser que fue creado incompleto, concebido como un desperfecto de la creación que encima de todo habla y camina… te estrellarás con la realidad de que la gente que conoces es tanto o más “defectuosa” que tú. Si tiene que ver con estar en el momento perfecto, te darás cuenta de que eso es imposible saberlo porque la precisión del momento es relativa y normalmente es complejo controlarla.

Todo son juicios que hacemos sobre la realidad y estos dependen del contexto y de lo que creemos saber y conocer del mundo. El juicio que hagamos sobre la “perfección” de un momento tendrá que ver con lo que esperábamos, con lo que somos capaces de ver y entender sobre el momento. Por eso es que el momento “perfecto” es un mito personal.

Diagnosticar tu propio mito del “momento preciso”

Tal vez te ha ocurrido algo que no entiendes pero que tiempo después, cuando puedes ponerlo en perspectiva, te das cuenta de que eso que te ocurrió se manifestó de la mejor manera que podía pasar. Cuando estamos metidos en la caja de nuestra limitada y egocéntrica visión no podemos ver las razones ocultas de las situaciones; ese trabajo que no salió, esa relación que no pudimos empezar, ese viaje que se dañó, ese negocio que se deshizo y hasta ese accidente que afrontamos (sí, inclusive hasta lo que parece una “desgracia”). Pocas veces entendemos por qué ocurre y para qué nos sirve.

Si te detienes un momento a responderte estas preguntas descubrirás el mito de tu “momento preciso”. Ahora lo siguiente es poner la lupa sobre todo aquello que creemos que nos bloquea para actuar de inmediato. Veamos:

  • ¿Cuál es cambio drástico que quieres operar ahora en tu vida?
  • ¿Qué tendría que pasar para que se diera ese cambio?
  • ¿Y qué tal si nada de eso se da o simplemente se dan unas pocas cosas? ¿Igual harías ese cambio?
  • ¿Qué es lo que te enreda ahora?
  • ¿Qué me podría pasar?
  • ¿Qué costo, pérdida y ganancia tendría?
  • ¿Qué me impide hacerlo ya?
  • ¿Qué creo que me impedirá hacerlo más adelante?
  • ¿De qué me estoy agarrando (apegando)? ¿Qué temo perder?
  • ¿Cuál esa zona cómoda en la que estoy ahora? ¿Y qué tal si me quedo mucho tiempo ahí?

Sea lo que sea que te respondas, es importante ser críticos con nosotros mismos.

Simplemente hacernos cargo de navegar

hojas_rioEl contexto de estar cómodos, sintiéndonos seguros y resguardados, nos dificulta ponernos en perspectiva y vernos a nosotros mismos. Cuando el torrente de vida adquiere una rutina donde todo es claro y predecible, somos como una hoja de árbol que flota y se mueve para donde corra el río.

El problema es que no sabemos para dónde va el torrente y en esa inconsciencia terminamos flotando en esos pequeños estanques que se van formando naturalmente sin que nos demos cuenta, o absorbidos por algún remolino o simplemente varados en la orilla sin movernos para ninguna parte. En síntesis, si no nos hacemos cargo de navegar el torrente de vida termina tomando el control de nuestro movimiento.

¿Y qué tal si en vez de ser una hojita de árbol nos convertimos en un bote guiado? Para los que alguna vez hemos hecho canotaje (rafting) y hemos experimentado lo que es navegar por un río turbulento e impredecible (muy parecido a la vida diaria…) es fácil entender la profundidad que implica tener claro el rumbo, saber cómo tomar los rápidos, ser conscientes de que el río se va presentando a cada momento y que no es algo que nos podamos aprender de memoria. Comprendemos que es crítico coordinarnos con el equipo para remar apropiadamente y tener una sola voz que vaya visualizando el río y dando dirección.

rafting1El río nos plantea el reto de estar decidiendo en todo momento qué ruta tomar y por cuál lado irnos. En cada decisión asumimos la responsabilidad de determinar por dónde atravesar los rápidos y afrontar las consecuencias que eso traiga. Hay ocasiones en las que la fuerza del agua o el choque con una roca nos tumba o voltea el bote; pero si queremos sobrevivir, hay que guardar la calma, actuar rápido y recuperarnos antes de que sea tarde o más difícil lograrlo.

Finalmente y hablando de ti mismo (a), ese equipo en el bote eres tú con todo lo que te compone y con todo lo que te rodea. La voz clara es lo que tienes en mente para ti, lo que en el fondo quieres y aquello a lo que le encuentras sentido. La naturaleza del río de la vida es fluir sin detenerse. Su naturaleza nos respeta y espera que nos hagamos cargo de nuestro bote para que escojamos nuestro camino. Si no lo hacemos, simplemente nos saca del cauce, nos tumba del bote o nos conduce a donde no teníamos pensado ir.

9 comentarios en “El mito del momento preciso: el arte y la ciencia de hacerte cargo de tu bote

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