4. El Emperador que gobierna y trae el orden

El Gran Padre arquetípico

Gobiernas tu mundo con suficiencia. El control y el orden son tu marca porque en una circunstancia ves muchas variables y aristas. Tu voluntad da sentido a tus propósitos porque a donde llegas pones la mira en ampliar tu imperio. Tu energía me llena de la confianza necesaria para sacar adelante lo que me proponga. El Emperador en mí me ayuda a visualizar el logro materializado de lo que anhelo canalizar y cristalizar en este mundo; no hay obstáculo que me pueda vencer porque estoy aquí para gobernar mi mundo desde la razón y la consciencia.

La luz del Emperador está lejos de la tozudez y la terquedad del tonto que se empecina en llevarse por delante lo que sea, porque el Emperador es un ser experimentado y se ha entrenado para ser un guerrero astuto, un general inteligente y sabio cuya mente estratega es capaz de ganar guerras sin disparar una sola bala y sin mover un solo soldado. El Emperador sabe qué pasos dar y dónde poner su ejército cuando se requiere.

El Emperador comprende que su consciencia de “guerrero de luz”, de “chamán”, lo hacen vencerse primero a sí mismo y superarse para finalmente trascenderse. Tu trono gobierna el mundo, que es a la vez el reino consciente que ha edificado desde su propia visión como mago con “los pies en la tierra”. El Emperador entiende que la vida en este plano es limitada y que debe aprovechar el tiempo de la mejor manera posible.

El Emperador es ese ser que se ha hecho acreedor de la admiración silenciosa que produce la autoridad legítimamente construida y ganada, porque sus actos hablan primero y describen sus valores, cordura, ética y visión del mundo.

Nuestra cultura, luego de que debilitara el poder de la moral religiosa, ha creado nuevas categorías maleables de “buenos” y “malos”. Cada vez, con más sutileza, el arquetipo del Emperador se ha comenzado a convertir en el “malo”, en el símbolo que hay que destruir porque representa un poder que “ha hecho daño”.

El Emperador en sombra es el que ha generado todo este desbalance, todo este daño desde su nivel de inconsciencia y desde sus atropellos al arquetipo de la Emperatriz y la Sacerdotisa (ambos, también en sombra). A este Emperador en sombra le hemos llamado “patriarcado”, que también es una deformación del arquetipo del “Padre Sagrado”. El Emperador en sombra tiende a ser posesivo, perseguidor y celoso; en sus relaciones asumirá una posición distante, fría y desconectada de los sentimientos propios y ajenos.

Al Emperador en sombra le puede costar conectarse con lo espiritual y con esferas superiores de conocimiento y comprensión. Igualmente, puede lucir desconectado, volcado a sí mismo, en cierta forma egocéntrico y poco dado a las relaciones íntimas y cercanas de cualquier tipo.

Por eso ahora vemos “mal” poner estructura, orden y sistema; por eso hoy a quien sea disciplinado y sistemático se le juzga como “psico–rígido” o “raro”. Ahora cualquier cosa sirve, como sea que venga, gústele a quien le guste, moléstele a quien le moleste. Por eso los valores sociales se disuelven y se reemplazan por los individuales: “hago lo que yo quiera, de cualquier manera y mientras más gente fastidie, significa que ‘más se afianza mi marca en el mundo’”.

El Emperador es un unificador de reinos porque precisamente respeta esas individualidades y conecta las singularidades alrededor de un proyecto común; pero eso ahora ya no pasa, porque la lucha es por “sobresalir para que me vean, me adoren y me idolatren como el ‘pequeño emperador’ que soy… y si tengo dinero, con mayor razón ‘puedo’ sustentar esa idea”.

Se ve en la política, en la economía, en las artes… en general en cualquier frente donde el poder de lo comunitario haga la diferencia. Si la Emperatriz es responsable de parir a los hijos, alimentarlos y mantenerlos con vida, El Emperador es quien pone el orden que crea el tejido social y hace que los hijos se sientan de la misma tribu (comunidad) para luego trabajar conjuntamente alrededor de los objetivos generales. Por eso el Estado Nacional se asocia con el arquetipo del Padre… otro asunto es cómo funciona ese Padre.

El arquetipo del Emperador es un formador, educador, maestro y guía. De ninguna manera es una función exclusivamente masculina, porque el femenino maduro y profundo precisa de la fuerza del Padre para infundir la norma, orientar el saber y gobernar. Un buen ejemplo son las viudas que se quedan solas y sacan adelante a sus familias activando el arquetipo del Padre en ellas, o las docentes universitarias que forman grupos de investigación o redes de conocimiento.

Si la Madre es la abundancia y el mandato del “para todos hay”, el Padre es el orden y la estructura para que “cada quien reciba lo necesario y lo que merece”. Por eso se complementan, porque si no se equilibran ambos pueden terminar cayendo en derroches, favoritismos o avaricias. Por esto también el Emperador se representa con el número cuatro, el número del cubo: un mismo espacio y la misma cara para todos.

¿Cuál es el mundo que gobiernas? ¿Cómo sientes que manejas tu dinero, tu tiempo y en general tus recursos? ¿Cómo te proyectas y cómo sacas adelante tus iniciativas? ¿Sientes tu energía enfocada o dispersa? ¿Cómo luce tu espacio vital (ordenado, desordenado)? Si en este momento sientes que guías a alguien ¿Cómo lo haces? ¿Desde qué lugar?

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🙂

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