Fallar rápido, fallar pronto, fallar barato
Fui educado en la escuela de hacer todo “perfecto” y jodidamente bien hecho. No obstante, hace poco me encontré con esta maravilla de idea: está bien fallar, de hecho, las fallas en muchos casos muestran el camino de llegada a los aciertos, así que no hay problema en equivocarse. Quizás en este punto el asunto sea un tema de “equivocarse con estilo” ¿Cómo hacerlo?
El miedo es la mayor parálisis que experimentamos. Dejamos de hacer infinidad de cosas por miedo a fallar, pero resulta que “fallar” es un gran maestro, sobre todo cuando tenemos la humildad y sagacidad de levantarnos, limpiarnos el polvo de la cara y las rodillas, y luego preguntarnos ¿Por qué nos caímos?
Fallar rápido
La única forma de fallar es moviéndose, intentar. Puede haber quien diga que quedarse quieto también es una falla, pero la quietud solo enseña sobre sí misma, la parálisis solo enseña lo que se puede aprender en la negación del movimiento.
Fallar rápido va de la mano de fallar pronto. Es un tema de ritmo, fallamos – aprendemos – corregimos – volvemos a fallar, pero debemos hacerlo rápido, sin grandes baches en el intermedio. No sé cuánto sea el tiempo, supongo que sea tan rápido como poder corregir el rumbo sin comprometer el resultado. Pero fallamos sin dolor, sin resentimiento, sin recriminar. Fallamos para aprender y listo.
Por eso hay que moverse, trazar el plan rápido y ejecutarlo. Si sigo esperando no entenderé nada de lo que tengo que hacer, no entenderemos para dónde vamos con esto, no sabremos en qué somos buenos, en qué fallamos y qué ayuda tenemos que pedir. Los mejores planes que hemos hecho no empezaron siendo perfectos, partieron de una idea y un propósito, pero el camino se fue dando ¡Y sabes muy bien que nos fue bien!
Fallar pronto

Fallar pronto es intentarlo sin demora. Somos propensos a posponer, a pensarlo mucho, a darle muchas vueltas y a pretender tener el control de todo, a no dejar cabos sueltos… pero puntos ciegos siempre habrá, siempre ocurrirá algo desconocido e inesperado y son estos eventos los que nos han hecho más sabios… la meta es la sabiduría, no el conocimiento.
Aquí el tema no es de ritmo ni velocidad, sino de decisión. Decidirse a actuar a pesar del riesgo de fallar, a pesar del costo aparente ¿Estamos convencidos? Con eso basta, con el convencimiento. Si eso trae algo bueno al mundo, a mi mundo o al mundo de alguien, vale la pena, es suficiente razón para estar convencido ¿Ese bien no genera mal a nadie ni a nadie? Con mayor razón, vamos ya, no hay tiempo que perder porque el tiempo se acaba y cada vez anda más rápido.
Falla barato
Hay que fallar al menor costo posible, por eso hay que dar pequeños pasos constantes, con decisión, pero pasos, al fin y al cabo. Luego hay que ir hilando todo para armar la gran madeja que con el tiempo se convertirá en la cuerda que nos servirá para sostenernos y sentirnos seguros.
Una gran falla puede ser devastadora y tú lo sabes. Puede costarte mucho tiempo, esfuerzo y dinero hacer la reparación. Anímicamente puede hacer que te sientas devastada (o) y que consideres abandonar el proyecto. Quizás abandonar sea lo más grave de todo. No está mal fallar, el problema es el tamaño de la falla, el momento en el que se de y, sobre todo, lo que implique repararla. Por eso tenemos que hacer prototipos, pequeños ensayos, probarlos, aguardar y aprender. Si funciona, entonces adelante, si fallan, aprendemos, corregimos y volvemos a probar.
No es simple «ensayo y error». Estamos aprendiendo a toda hora y haciéndonos más sabios.
Aprender de la falla es la verdadera ganancia, porque si eres inteligente, no volverás a caer en el mismo error. Eso espero de corazón, esa es la verdadera fiesta, la razón de por qué hemos venido a este circo: para darnos cuenta de quiénes somos y reconectarnos con nuestra verdadera maestría, con nuestra sabiduría esencial.
😀
[…] Sobre el error, recomendamos «Fail fast, fail soon, fail cheap«. […]
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El gran problema de las personas que hemos pasado por la educación tradicional, es que nos hemos formado un juicio sobre que el cometer un error o fallar es grave, de vida o muerte… Nos lo tomamos demasiado en serio. Luego este patrón se replica en la vida laboral/profesional, y aún peor, en la vida personal. Concuerdo contigo que el miedo es la mayor de las causas que nos paralizan. Lo ideal, para mi, es darle una vuelta de tuerca: Quizás entender que el miedo está ahí para alertarnos, pero también para hacernos dar cuenta que si lo que estamos por hacer da miedo, es porque seguramente debe ser bueno para nosotros. Aprender a fallar conscientemente implica una gran responsabilidad: “Cueste lo que cueste” dejar la victimización de lado, romper con ese patrón de conducta impuesto desde hace muchos años atrás, y APREHENDER sobre esa falla, entender cuál es la mejor forma de actuar ante ese tema en concreto (demasiado complicado,requiere lucidez mental, pero posible y tentador).
Sobre “fallar barato”, a veces no se puede. A veces fallamos y aun previendo todas las condiciones que creemos, algo se sale de lo previsto y el error puede salirnos muy caro. Sin embargo, todo depende con los ojos que se lo mire. Quizá fallar a un alto costo puede devastarnos, pero también puede darnos la patada en el culo necesaria para repuntar o repuntar. A veces los golpes mas duros, mas costosos, son los que nos dan mayor sabiduría. Sólo si lo sabemos entender y perdemos el juicio a errar, ¿no? Un abrazo desde Argentina.
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