Afuera es como es adentro. En las entradas anteriores le conté a mi “yo pasado” algunas lecciones sobre lo que me hubiera gustado que me enseñaran sobre el dinero y la vida práctica. En esta última entrega revisaremos las lecciones que tienen que ver con el fondo de todo, con lo realmente importante: lo que viene de adentro es lo que forja y manifiesta las cosas del afuera.
1. Eso de “ganar / perder” – “bien / mal” son juicios relativos: Este es un aprendizaje valioso que también cuesta un trabajo tremendo entender. Siempre que hagas algo piensa en cuál extremo lo ubicas. Pensar así te mostrará que la vida es profundamente relativa y temporal. Algo que sea bueno hoy puede ser malo mañana y viceversa. Decir que algo es bueno o malo es un juicio relativo hecho en un contexto.
Ten cuidado de irte al extremo de creer que bueno es solo lo que tú crees y que malo es todo lo que piensan los demás. Hay mucha gente que ha muerto porque algún demente ha pensado así. Creer que solo lo tuyo es bueno te hará arrogante y mentalmente obtuso; ver el mundo así te cerrará a diversas oportunidades de aprender; te hará cada vez más ignorante y terminará por estancarte.
Este estilo de pensamiento también aplica para los casos en los que juzgues el ganar y el perder; esto también es relativo. Naturalmente en las competencias se gana y se pierde, pero cuando en realidad compites contra ti mismo te das cuenta de que siempre ganas, nunca hay opción de perder, porque así parezca que has “perdido algo” en realidad ganaste otras cosas. Tal vez la pérdida se da es cuando no haces “lo mejor posible”; en tal caso sí dejaste algo faltando, ahí sí perdiste y nadie más que tú lo sabrá.
2. Estar cómodo con la incertidumbre y la incomodidad: Me hubiera gustado que me enseñaran a evitar esa falsa y adictiva necesidad de estar seguro, estable y cómodo. Me hubiera gustado aprender antes el mágico arte de retar la zona de confort y aventurarme a cosas más atrevidas y extrañas. Estos son los lugares (las “zonas mágicas”) donde realmente descubrimos quiénes somos y donde más aprendemos de la vida tal como es.
Ojalá me hubieran enseñado antes a comprender que vivo en un mundo en permanente incertidumbre y que a cada momento la vida se va dando como viene. De haber sabido esto me hubiera librado de forzar muchas cosas que forcé y que solo era cuestión de dejar que fluyeran como tenían que fluir. También me hubiera ahorrado muchas peleas conmigo mismo.
3. Controlar, educar y atender mi mente: Creo que esto se llama “meditación” en el amplio sentido del término. Siempre pensé que la meditación es un ejercicio, pero no necesariamente es así. La meditación también es saber estar consciente siendo capaz de observar mi mente y todo lo que ocurre en ella, al mismo tiempo que observo mi entorno y estoy con todo lo que ocurre en él. Si antes hubiera sabido todo esto estaría más entrenado en bajar el parloteo de mi mente.
4. No hay que impresionar a nadie: Mucha gente te amará por lo que eres y otros te odiarán por la misma razón, así que no importa. Como ya lo he mencionado antes, no sé si afortunada o desafortunadamente, crecí en medio de una cultura donde la valoración externa es un asunto al que se le da una importancia exagerada.
Particularmente este es el país donde los autos tienen prelación sobre los peatones, este es el país donde una embarazada o un anciano tienen que pedir silla en el transporte público, donde andar en bicicleta es un símbolo de pobreza (lo que a su vez te hace presa de los salvajes en automóvil… ya fui víctima de una de esas salvajes que me golpeó en la rueda trasera) y donde puedes perder el turno en la fila si te descuidas porque hay mucha gente que siente un “derecho superior” a ser atendidos de primeros o que se creen más “astutos que el resto” porque no harán la “tontería” de respetar la fila. Esta sociedad (hablo de la colombiana y un poco de la de algunos otros países latinoamericanos que conozco) tiene una relación bastante ambigua con la idea del respeto: “que me respeten a mí, pero que nadie me obligue a respetar a los demás”.
Este paquete de creencias hace que construyamos una cultura bastante individualista, competitiva, caótica e indiferente. El otro problema es que estas actitudes se van llevando a un punto patológico donde mucha gente sufre y hacen lo que sea con tal de “impresionar” o “mostrar que son más…”.
En resumen, una lección importante es aprender a cuidar lo que “yo” piense del “mí”… porque al final del día no se puede hacer casi nada con lo que los “demás” piensen de “mí”. Este es un asunto absolutamente pragmático: el único que sabe sobre “mí” soy “yo”. Jamás lo olvides y en tanto lo tengas claro, comprenderás lo sencillo que es respetar el “yo” de los demás. Practícalo conscientemente para que veas la tremenda dosis de simpleza que esto le dará a tu vida.
5. Confiar en mí y creer en mi intuición: Es un hecho que has crecido en un ambiente lleno de dudas. No te han enseñado a ser recursivo y a salir adelante con lo que tienes. En términos de lecciones no hay mucho qué decir aquí, salvo que debes aprender a confiar en ti mismo. Adicional a esto, si quieres que alguien más te siga, tienes que estar firme en tu creencia de que puedes y de que se puede; todavía no he visto a nadie que siga una “duda”; más bien lo que seguimos es la confianza, así sea solo incertidumbre lo que hay por delante.
Otra cosa que casi se me atrofia es el uso de la intuición. Recibí muchos aplausos por usar la razón, pero casi ninguno por usar la intuición. Adicional a esto, vivo en la sociedad del “discurso” racional, pero del actuar emotivo e irracional y así es supremamente difícil sentar una posición y saber qué hacer con ese hermoso recurso que tenemos: la intuición. Para rematar, si eres del género masculino te mirarán raro si hablas desde la intuición: “eso es cosa de mujeres”.
Usa tu intuición dándole el beneficio de la duda a lo que te diga, pero cuando te recomiende algo poderosa e insistentemente, escúchala porque pocas veces se equivoca y te la dieron precisamente para que tomes decisiones apropiadas en situaciones en las que es difícil determinar qué hacer con cierto grado de certidumbre.
6. Tomar riesgos: Si gano estaré feliz, si pierdo seré más sabio… de cualquier forma gano algo al arriesgarme. Nunca me enseñaron que agarrarme de lo bueno hará que probablemente me pierda de lo grandioso. La estabilidad y el equilibrio son buenos para unas cosas, pero fatales para otras. Aquí hay otra lección importante relacionada con aprender a diferenciar entre ser arriesgado y temerario; no te lo sé decir con certeza, pero si te devuelves al punto de la intuición descubrirás que acá también te puede servir para hacer esa diferenciación. En términos simples te puedo decir que temerario es un riesgo que eventualmente vulnera tu integridad y que arriesgado es algo con efectos que en cualquier caso puedes sobrellevar sin que estés bajo amenaza. No se me ocurre una forma mejor de explicártelo.
Otra lección es que “no le pongas mucha cabeza” a las decisiones, porque tu razón siempre te dará argumentos para no actuar, te mostrará un completo listado de riesgos que sólo servirán para “protegerte”. El problema es que tu razón no tiene intuición, no visualiza, no imagina, simplemente actúa dentro de un marco definido y controlado que termina nublándote la vista. Tomar riesgos tiene un aspecto asustador y a la vez mágico: nos lleva actuar incluso cuando no podemos ver o tocar, cuando no sabemos qué es lo que va a pasar. A esto también se le llama “tener fe”, “confiar”. Ojalá me hubieran enseñado esto mucho antes; no hubiera perdido tanto tiempo.
7. No sufrir por el futuro: “El ‘hoy’ es el ‘mañana’ por el que me estaba preocupando ‘ayer’”. Más bien aprende a vivir en el presente. Cada cosa se va resolviendo en su momento. Decirlo es facilísimo, pero creérselo y hacerlo es bastante complejo. Aprende a detenerte y a pensar bien en lo que quieres de verdad, reflexiona sobre el porqué de lo que quieres, considera la contribución que esto le hace a tu vida y a la vida de otros, porque si encima de todo creces en esa cultura de competencia siempre estarás pensando que todo lo que tienes alguien más te lo quitará, o que hay que quitárselo a otra persona y siempre tendrás que conseguir más.
Ten presente que la ilusión que te muestran es la de una cultura en la que necesariamente hay que vivir listo para pisotear a otros (o para que te pisoteen) y eso es una total mentira. Eso es parte del juego que te pintan para que sigas manteniendo en funcionamiento este sistema de consumo y termines cayendo en esas mañas. Esta también es en cierta forma un “pensamiento de ladrón resentido” donde te enseñarán que todo es escaso y hay que quitárselo a alguien más. Insisto, todo esto tiene que ver con vivir en el presente y si estás lleno de cosas y pre–ocupaciones, la existencia se te convertirá en algo abrumador y repleto de complicaciones.
Espero que estas lecciones te hayan servido y que te lleven adonde quieres estar.
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