Mi vida como un elefante: el sueño de romper las ataduras

elefantico-amarradoA veces me miro al espejo y me veo como el elefantico del cuento que cuando pequeño lo amarran y que al tratar de soltarse no lo logra por su poca fuerza… luego de varios intentos aprende a que no puede escaparse y a dudar de su propia capacidad.  Entonces pasan los años, crece y cuando ya es un elefante adulto, con toda la fuerza para romper sus ataduras y escapar, ya no lo hace porque está amarrado a lo único que conoce… a lo que cree que ese es su mundo… se rinde y deja de intentarlo porque piensa que las cosas “son así”.

Hoy somos muchos los que seguimos viviendo como el elefantico, pero también empezamos a debatirnos en la posibilidad de soltarnos o seguir amarrados. Ya no hay forma de seguirnos engañando, porque aparte de todo vemos otros elefantes que corren libremente por la pradera, buscando su comida, cuidando su manada y expandiendo sus horizontes hasta los confines que sus patas les dejan moverse y su olfato les deje oler.

Muchos de ellos estuvieron amarrados en este mismo circo y una vez tuvieron el valor de soltarse e intentar algo distinto. A veces veo a varios de esos elefantes y se ven distintos o mejores a mí. Muchos de ellos hicieron realidad sus sueños, incluso pasando peligros, quedándose sin agua, enfrentándose a los leones y hasta sangrando por salvar a su manada; en cada una de esas adversidades se hicieron elefantes más fuertes y más sabios. Esos elefantes conocen la sabana mucho más allá de lo que se ve a simple vista, y saben lo que hay a muchas leguas de distancia.

Varios de ellos ya conocen las charcas para beber y bañarse, recuerdan la ubicación de los buenos pastos, saben por dónde evitar las hienas y los leones. Entienden perfectamente el valor que tiene sacrificarse por la manada y seguir firme frente a las adversidades. Cuando estaban en el circo simplemente sobrevivían dentro de lo conocido.

Estos elefantes permanecían amarrados y luego sus cuidadores los soltaban un momento para salir al ruedo y hacer el espectáculo que todos querían ver. En muchos casos eran monerías sin valor, que divertían a mucha gente y que hacían que el dueño del circo se hiciese más rico y más famoso por el espectáculo que brindaba.

Una vez terminaban el acto y recibían el aplauso, volvían a su jaula, los volvían amarrar y esperaban a que alguien más los alimentara y les diera de beber; en ocasiones les permitían dar un pequeño paseo, pero tenían que volver pronto, justo cuando la cosa empezaba a ponerse realmente divertida. Estos elefantes tenían poco que decidir, aunque sus cuidadores les hacían creer que era lo contrario.

También había ocasiones en las que estos elefantes cometían errores en sus actos, no eran aptos o simplemente no querían actuar y eran castigados quitándoles el alimento, el agua o desterrándolos fuera del grupo de elefantes. Les hacían creer que en el mundo ya no había nada más para ellos, que todo era escasez.

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Ahora que estos elefantes deambulan por la sabana, viven en el aquí y en el ahora, en el día a día, en la abundancia de recursos, aceptando la incertidumbre y creando su subsistencia. Todos los días son nuevos y han dejado de ser la repetición del día anterior, del mes anterior o del año anterior. Ahora por fin son libres.

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¿Cuántas mentiras te dices todas las mañanas? ¿Cuántas veces te has levantado, te pones en pie, llegas al baño, te miras al espejo y te has preguntado si eres libre o no? ¿Te has preguntado qué sería de tu vida si volvieras a la cama y siguieras durmiendo? ¿Cuántas veces, mirándote al espejo, te has cuestionado sobre el valor del día o la semana que empieza? ¿Te has imaginado lo que pasaría si decides hacer algo completamente distinto…? Simplemente hacer lo que te gusta y cumplir tu propósito.

Haciéndome estas preguntas, recientemente descubrí mi nueva definición de lo que es el éxito personal: ser dueño de mi tiempo. Esta posición se va de frente al libreto ya por todos conocido. Cada vez estoy más seguro de que el recurso más valioso que tengo en la vida es el tiempo y que lo malgasto para construir una vida postergada.

Me he visto hablando de esto con otras personas y no me entienden… o tal vez yo no me he hecho entender. Me inquieta el hecho que no sabemos hacer nada creativo con el tiempo, me inquieta el hecho de que tenemos mucho miedo de escapar. Me suena desconsolador escuchar gente que está en vacaciones, pensionada o de licencia y que dice que ya quiere volver a trabajar porque no encuentra qué más hacer.

Soy consciente del elefante que me habita y de la cadena que me amarra. Ya sé cómo romperla y salir libre.  Sé que si me fugo a nadie le va importar porque capturarán a otro elefante para que haga el mismo acto que yo sé hacer. Constantemente veo pasar camiones repletos de elefantes que quisieran estar en mi jaula y tener puesta mi cadena, solo por tener el agua y el pasto que me dan a mí. No los juzgo ni los culpo, tal vez esos elefantes no hayan tenido la oportunidad de darse cuenta de que lejos del circo hay elefantes distintos a ellos.

Tal vez cuando me fugue no sólo busque elefantes, sino monos, tigres, osos siberianos y uno que otro “French Puddle” para que montemos nuestro propio circo. Sueño con que ese circo esté lleno de animales libres, de animales dueños de su tiempo, de su comida y de su agua. Un circo donde cada quien sepa que puede inventarse el espectáculo que se quiera inventar y ganar haciéndolo; un circo donde incluso podamos vivir con o sin aplausos, sin miedo a ninguna cadena, sin ser condenados o amenazados, un circo movido por la alegría de ser libres.

4 comentarios en “Mi vida como un elefante: el sueño de romper las ataduras

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