
El chisme es neutro… su intención no…
Somos animales curiosos. Nos encanta estar enterados de todo, especialmente si se trata de información privada, con acceso restringido o que constituya una novedad. Por las mismas razones es que también nos aburren los chismes repetidos o de gente que no nos importa.
La psicología del chisme está marcada por el afán de satisfacer nuestra curiosidad natural y de escapar de la rutina o el aburrimiento ¿Se te hace familiar esto (especialmente en el trabajo)? Al chismear nos enteramos de cosas que no sabíamos, que nos sorprenden o que nos divierten. Adicionalmente, puede llegar a ser placentero y producir la marea neuroquímica correspondiente. Veamos…
El chisme nos vincula socialmente, nos hace sentir parte de un grupo o de una comunidad que comparte intereses y opiniones. ¿Has experimentado la sensación de descubrir que estás por fuera de la propagación de un chisme?, ¿te has enterado de que “llegaste tarde al chisme”? Es un sentimiento desgarrador, nefasto, un golpe duro y bajo para la autoestima. En estos tiempos en los que “todes les elles” hablan de inclusión para “todes”, dejan de lado el factor clave del chisme: si hay algo que genera inclusión en un grupo social es la posibilidad de acceder al chisme (cuando no eres el / la protagonista de este, claro está); lo contrario es una brutal bofetada, simple y sin explicaciones.
Al fin y al cabo, el chisme es información y al tenerla reducimos la sensación de incertidumbre; por eso valoramos también tener [cierto] acceso a chismes de actualidad. Ahora piensa: Si te sacan de un chisme… por algo será. De nuevo pregúntate qué clase de chismoso eres, porque los chismosos tienen matices: el que cuenta todo, el selectivo, el indiferente a quien no le gusta participar de chismes, quien solo escucha y nada más… en fin. Cada postura marcará tu relación personal y social con el chisme; la introversión y la extroversión juegan su papel ahí.
El chisme también tiene su ética: puede ser una fuente de información útil y veraz, siempre y cuando se verifique su origen y se respete la privacidad de los involucrados. Por eso existen “buenos” y “malos” chismosos. De todos modos, el gran riesgo del chisme es su velocidad de deformación; por eso hay que llegar pronto al chisme.

El chisme nos da identidad como colectivo y nos proporciona temas comunes sobre los qué hablar y socializar ¿Has notado que cada grupo al que perteneces tiene un tipo de chismes particular? Puede que haya rumores compartidos, pero los chismes son singulares y se caracterizan por ser un vehículo de propagación de información clandestino… eso lo hace aún más delicioso. De todos modos, también hay chismes ociosos que se usan para “romper el silencio incómodo” y forzar conversaciones que terminan siendo una verborrea sin oficio.
Nos encanta el chisme porque nos fascina saber sobre la vida privada de los demás… ¿Y por qué nos interesa…? Porque a toda hora nos estamos comparando y porque en muchos casos nos sentimos con el derecho de creer que nuestra vida es la correcta y la ejemplar, porque es un bálsamo para el ego sentirnos con derecho a juzgar y opinar sobre los demás… también funciona en sentido contrario, es decir, hurgamos a través del chisme para auto–flagelarnos, ya sea por acción u omisión. Por ejemplo: ¿Se te hace familiar la investigación sobre lo bien que se la está pasando tu “feliz” expareja… después de que se dejaron? Agarra no más ese caso para comprender el punto…
Lo bueno, lo malo y lo feo de chismear

Los chismes no distinguen género, me atrevo a asegurar que tanto unos y otros somos igual de chismosos… quizás lo que cambie es el tipo de chismes, el contenido narrativo y aquello a lo que prestamos atención.
Los chismes tienen diversos impactos y nunca son inocentes; si se propagan es porque llenan algún tipo de expectativa, especialmente si tienen una carga de novedad y morbo. En ocasiones, el chisme llega a ser lo que se conoce como un “acto performativo”, es decir, algo que hacemos deliberadamente con la intención de que se modifique la realidad. Armamos o propagamos un chisme con el fin de que ocurra algo después con nosotros o con otra persona.
El chisme puede llegar a ser un mecanismo de control social, especialmente si lo que se comenta contiene una moraleja o utilidad práctica respecto a la manera adecuada de comportarnos en un grupo social. Cuando nos enteramos de algo que le pasó a alguien y eso tubo una consecuencia que no quisiéramos para nosotros, nos abstenemos de repetirlo o nos cuidamos de que se haga público.
Otros chismes nos pueden generar alertas sobre comportamientos indeseados de otras personas de las que es mejor alejarse o tener precaución. Veamos un ejemplo: “Supiste que A. se peleó con F. porque le fue a cobrar un dinero a F. y este le dijo que ya no le iba a pagar… ya es la tercera vez que pasa, porque C. y K. tuvieron antes problemas con F. por la misma razón”. A cualquiera le servirá saber que es mala idea tener tratos de dinero con F. ¿No crees?
Por otro lado, el chisme puede ser perjudicial para la convivencia y la reputación de las personas, ya que genera conflictos, envidias, rivalidades y malentendidos. Asimismo, el chisme puede ser una forma de manipulación o de generación de escándalo, cuando se usa con fines maliciosos o interesados para desprestigiar o dañar a alguien. En estos casos, el chisme se convierte en una violación de los derechos humanos y hasta en un delito (difamación, calumnia, injuria, etc.) sancionado por la ley.
Puede desatar conflictos, perturbar la paz y alimentar resentimientos o falsas expectativas, especialmente cuando se difunde en medio de situaciones de crisis y cambios profundos. La mayoría de los chismes son deformaciones de la curiosidad, es decir, si no asumimos una posición crítica frente a lo que escuchamos y nos tragamos el cuento entero, corremos el riesgo de caer en un “placebo para idiotas”, formándonos opiniones completas a través de chismes que, si se repiten muchas veces, terminamos creyendo que son verdad.
Detrás del chisme hay ciencia y arte. En la próxima entrada veremos cómo y por qué se propaga, por qué hay personas que hacen del chisme un refinado arte de difusión y otras que terminan volviéndose un verdadero dolor de cabeza.
😀
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Muy buen estudio
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Muy muy muy buen artículo sobre el chisme, con él cubres la problemática desde diversos ángulos que no me había planteado jamás.
Supongo que el chisme forma parte de la tradición oral y sobre todo del mecanismo de proyección. Es más fácil criticar a los demás que mirarse a uno mismo y aceptar que lo que vemos en otros lo hacemos nosotros.
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