Quiénes y cómo son lo «Ambivertidos»

Los estímulos y el camino medio

Hace poco revisando documentos viejos me encontré uno con este “extraño título” y me puse a ojearlo al punto de, inevitablemente, sacar unos minutos para volverlo a leer en detalle. ¿De qué se trata? Es un concepto psicológico que puede ser de una utilidad tremenda en situaciones sociales. De una vez te advierto que te lo contaré con un marcado sesgo “introvertido” porque al leerlo me di cuenta de que los introvertidos (as) parece que estamos en clara “desventaja” frente a un mundo descaradamente extrovertido que nos hace lucir como unos “bichos raros” e incluso como portadores de alguna sospechosa enfermedad mental que debería tratarse.

¿De dónde viene la idea?

Esta noción se puede rastrear en planteamientos tan viejos como los “Cuatro humores de Hipócrates”. No fue sino hasta el siglo XX donde Carl Jung por un lado y Hans Eysenc por el otro, se dieron a la tarea de conceptualizarla como parte de sus teorías de la personalidad. Aunque ambos tienen puntos de encuentro y desencuentro, más o menos conservan una línea de sentido en cómo funciona un rasgo y otro.

Ahora bien, todavía no te he dicho de qué va lo de “Ambivertido”: pues ya lo puedes deducir… es el punto medio entre la introversión y la extroversión. Tanto Jung como Eysenc reconocen que la tendencia del desarrollo psicológico sano es hacia el “punto medio” (ambivertido, especialmente Jung abogaba por esto). En todo caso, no somos ningún extremo en estado puro, pero sí tendemos a marcar una posición en el espectro… y por favor, quédate muy bien con esta palabra: espectro; porque la introversión y la extraversión se mueven así, en un espectro que nos delata de distintas maneras.

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La relación con los estímulos

El quid de la cuestión es este. Sabemos si tenemos tendencias introvertidas (I) o extrovertidas (E) dependiendo de la dirección que tomamos frente a un estímulo. Los introvertidos buscamos (amamos…) los ambientes solitarios, tranquilos, silenciosos… y si son en la naturaleza, todavía más. Para los extrovertidos es todo lo contario: deliberadamente buscan estímulos, algo exterior que les active.

A los introvertidos la calma nos activa y nos facilita canalizar la energía, mientras que los extroverdios no encuentran energía en la calma sino en los ambientes estimulantes. Por eso el intercambio social es una ambivalencia enorme para ambos: una descarga (I) o una recarga (E). Como decía un maestro que tuve: Frente a un proceso psicoterapéutico, el introvertido es el último en buscarlo y el extrovertido el primero en llegar a él; el introvertido cumplirá con sus sesiones hasta el final del proceso, el extrovertido probablemente se retire pronto cuando sienta que ya recibió toda la atención que necesitaba…

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La pausa para responder y actuar

No esperes respuestas rápidas de nosotros los introvertidos. Por eso muchas veces nos juzgan como “muy políticos”, reservados, apáticos o hasta tontos… No, no es así, al contrario, quizás seamos a quiénes deban escuchar más porque no somos de respuestas a la ligera ni superficiales; nos gusta llevarnos las ideas, rumiarlas, darles vueltas, verlas desde otra perspectiva, tomar distancia y cuando ya tenemos la foto completa, ahí sí salir a decir lo que nos corresponde. El problema es que vivimos en un ambiente apresurado, donde se valora el reaccionar rápido porque se ve como sinónimo de “acción” (re-acción).

Los extrovertidos son dados a la acción y ojalá que esta sea constante; los introvertidos somos dados a la contemplación. La acción extrovertida es social, la introvertida es individual. Los introvertidos somos menos propensos a actuar por impulsos o arranques emocionales… y si es así, quizás nos metemos en más problemas que un extrovertido. 

Aunque ahorrando las explicaciones técnicas, resumamos un par de hechos científicos: la ruta neurológica que empleamos los introvertidos es más larga porque cuando recibimos un estímulo le damos vueltas a través del filtro de la memoria de largo plazo (memoria episódica y semántica) para contrastar lo que el nuevo estímulo nos ha producido, en cuáles otros hechos pasados estuvo presente y de qué forma… Sumado al hecho de que el estímulo con un contexto, es decir, la revisión introvertida abarca la gran imagen (big picture), no solo del estímulo como fragmento. Naturalmente, eso implica un largo flashback – flashforward antes de la respuesta. Otro tanto añade la química de la dopamina que hace que a los introvertidos nos agraden poco las sorpresas (de cualquier tipo) y los riesgos innecesarios al tener un sistema nervioso “ahorrador de energía” que se estimula a sí mismo “lo suficiente”.

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Las relaciones y las amistades

Los introvertidos somos de pocos amigos, pero de relaciones duraderas y entrañables. Hacer networking es una verdadera pesadilla, debo reconocerlo, pero no por eso desconocemos la importancia que tiene. Los extrovertidos, como habrás intuido, son todo lo contrario: una amplia red de contactos y conocidos en todos lados. 

Las redes sociales se han convertido en un poderoso bastión del mundo extrovertido; la revolución digital les ha dado la herramienta definitiva que llevó a la cúspide su necesidad expresiva: tomarse fotos en cualquier momento y lugar, publicarlas, opinar sobre lo que sea y de quien sea, hacernos saber de su vida y que recibir nuestra atención.

Los introvertidos solo miramos los posts de los extrovertidos llenos de declaraciones de amor eterno, sus agradecimientos por ser tan bendecidos y sus mensajes de “buena onda” y “actitud ganadora sin miedo al éxito”, y seguimos adelante con nuestro insípido y fatalista pesimismo, que también hace que a ratos nos sea tan inaguantable la vida… pero parece que no tenemos escapatoria, este es el mundo en el que elegimos vivir y la extroversión es un dominio que a veces nos aplasta.

La soledad y la independencia son la fuerza de los introvertidos. La camaradería y el gregarismo la de los extrovertidos. ¿Te has preguntado para qué te busca la mayoría de la gente que te conoce? Eso dice mucho de ti. Desde luego, quienes te conocen saben de tus gustos, pero de cualquier forma tienes un “valor”. Tu amiga o amigo introvertido de seguro será quién te proporcione conversaciones profundas y significativas, pero posiblemente también sea una pésima compañía para ir de compras o a una disco a “desahogar” las penas. Espero que ahora lo entiendas mejor.

Una pareja que sabe vivir con estas diferencias es quizás una de las experiencias más enriquecedoras que se puede tener en la vida por lo que podemos mostrarnos, aprender mutuamente y complementarnos, pero si no hay consciencia también es un camino en línea recta al infierno de una relación conflictiva. Si no comprendemos y aceptamos estas diferencias, nos encontraremos chocantes e insoportables entre sí, juzgando a tu pareja extrovertida como ruidosa, invasiva y superficial, o a tu pareja introvertida como fría, distante e individualista.

Llamar la atención

¡Bingo! Es fácil deducir cómo funcionamos unos y otros frente a la atención… porque recuerda, la atención también actúa como estímulo, no importa si va o viene. A los introvertidos no nos gusta llamar la atención; a los extrovertidos sí. La razón es de causa-efecto, porque si llamas la atención atraes gente… tener personas cerca es socializar, tener compañía, etc. ¿Ves la mecánica de la elección? Es simple.

No obstante, es común que se confunda la introversión con timidez. La timidez es una reacción frente al temor a la evaluación externa y ambas polaridades pueden experimentar timidez en contextos diferentes. Otra cuestión interesante es que, por ejemplo, los introvertidos podemos ser mejores oradores y desenvolvernos con más tranquilidad dando una conferencia que los extrovertidos ¿Por qué? Simple: los introvertidos hablamos metidos en nuestra cabeza, no nos interesa eso de “conectar con el público”, nos interesa más cuidar lo que decimos, la calidad de los argumentos, la profundidad de las ideas, mover algo de sarcasmo… mientras que para los extrovertidos la conexión social es todo y les puede distraer de tener la mente enfocada en lo que hablan.

Desde luego, no significa que los extrovertidos lo hagan mal dando conferencias, también depende del tema. Si se trata de un tema en el que hay que mover emociones, contar historias y “enganchar”, los extrovertidos se acoplarán más fácil. Pero de nuevo salta el tema de la tendencia hacia los estímulos: el orador extrovertido está poniendo afuera, moviendo a los demás; en cambio el introvertido está yendo tan adentro como puede para encontrar “la idea perfecta”. Mucha atención, estas son tendencias, no son reglas estáticas e insalvables.

Eso sí, terminada la conferencia adivinen quién fluirá conversando con los asistentes y respondiendo miles de preguntas: el o la oradora extrovertida… Por otro lado, el orador introvertido respirará hondo y hará su mejor esfuerzo por atender a cada quien y huir a su soledad lo más pronto posible.

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Viajar con unos y otros

Los introvertidos somos compañeros fantásticos para ir a museos, muestras artísticas, parques naturales, ruinas arqueológicas, conferencias y en general atractivos turísticos con algún valor cultural o contemplativo. Por eso también parece que tendemos a ser “nerds” aburridos, aunque no necesariamente sea así. 

De nuevo, no quiere decir que él o la extrovertida (o) no disfrute de estas cosas, pero “muchas visitas de museo” o ese tour guiado por la “catedral barroca” que dura más de una hora le pueden cansar rápido… este plan implica mucho silencio, gente concentrada y estos ambientes con pocos estímulos son aplastantes para el extrovertido… recuerda, el asunto de los estímulos es la clave de todo.

Si vas a la playa a conocer gente nueva, tener noches estimulantes de música, baile e intercambio… Llévate a tus amigos o amigas extrovertidos. Si eres introvertida (o) aprovecha su compañía, respira y déjate llevar porque los extrovertidos te mostrarán otra dimensión del viaje, especialmente si estás en un momento de la vida donde conocer gente es útil.

Eso sí, cualquiera de los dos estilos puede ser igualmente hábil programando el viaje… la diferencia estará en lo que reserve uno u otro… así que cuidado con dejarle todo a un solo estilo.

Las multitudes o grupos grandes

Este es quizás otro de los rasgos más marcados de cada polaridad. Naturalmente, si hay una multitud, ruido y más estímulos alrededor, las personas extrovertidas se sentirán en su elemento y gradualmente se sentirán más y más animadas. Lo contrario ocurre con los introvertidos, porque no solo nos sentiremos fatigados en estos espacios, sino que necesitaremos salir cada cierto tiempo, separarnos de la gente y, siendo muy literal, tomar aire, porque la muchedumbre pareciera que nos bloquea la respiración.

Así que si por un momento te decimos que necesitamos salir a tomar aire o que ya nos queremos ir no te lo tomes personal, ten claro que simplemente necesitamos recargarnos en nuestra cueva. Otro elemento curioso de los introvertidos (as) es que cuando estamos en un lugar conversando contigo no solo te estamos dando nuestra atención sino a todo lo que pasa alrededor, sin que por eso seamos dispersos, al contrario… y eso tiene un costo neurológico alto… por eso las situaciones sociales altamente estimulantes son demoledoras para nosotros.

Observa esto: los introvertidos solemos hacernos cerca de la salida o en los extremos del salón, lejos de la mayoría (periferia) o del punto donde llamemos la atención. En el aula de clase nos gusta estar adelante, cerca del tablero, donde los demás no nos interrumpan… o en la parte de atrás, ojalá si estamos rodeados de más introvertidos.

El ambiente de trabajo

El punto de los estímulos es clave: cuánto ruido, personas, luces, conversación, interrupciones, etc. Si quieres elevar el desempeño de un introvertido dale un ambiente con pocos estímulos o permítele “escapar a su cueva” y tener espacios prolongados para que trabaje a solas… y viceversa, tu empleado extrovertido necesitará estimulación.

Esto aplica tanto en el mundo laboral como en el educativo. Las oficinas estilo recreativo (Google) que parecen un jardín infantil para adultos, pueden cansar con facilidad a tus empleados introvertidos, pero elevar hacia las estrellas el desempeño de los extrovertidos. Sirve tener un poco de todo y dar la libertad de uso a cada quien.

¿Quieres conocer a una persona introvertida con solo verla trabajar? Será quien desarrolle su tarea de principio a fin, se incomodará con facilidad cuando le interrumpas por algo que juzgue como “pequeñez”, se levantará poco de su puesto y será la última en buscar ayuda cuando tenga un problema. En las reuniones hablaremos poco y nuestras intervenciones casi siempre serán para concluir la [larga] disertación de los extrovertidos y concretar lo que hay que hacer ¡Y por fin irnos rápido de esto [y dejar de perder tiempo socializando]! Los introvertidos solemos ser buenos moderadores de reunión… nuestro afán por terminar la reunión y huir pronto nos ayuda a que se concreten los puntos.

Las comunicaciones

Los introvertidos preferimos los audios sobre las llamadas: no son una interrupción, los podemos escuchar cuando estimemos conveniente y les podemos dar la atención que se merezcan… o no darla… según el caso. ¿Quieres conocer a un introvertido? Mira su cara cuando suena el teléfono… no nos gusta recibir llamadas, salvo contadas excepciones. 

Si vas a llamar a una persona introvertida, mejor ve al punto y cuelga pronto. Puedes hacerlo con tranquilidad porque no va a pensar que te pasa algo con ella… pero ten cuidado de hacer esto con un extrovertido porque si no te conoce posiblemente se extrañará por tu “velocidad”, la forma como cortaste la conversación y por haberle privado de tu estímulo.

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Conecta tu lado Ambivertido

Sobra recalcar que lo dicho hasta acá no son más que tendencias generales. Nadie es una polaridad pura, aunque es natural que escojamos una tendencia. Carl Jung afirmaba que parte de la búsqueda de un estado mental sano y sostenible debíamos tender a buscar un punto medio… es una consecuencia entre muchas otras del proceso vital al que denominaba “individuación, pero no porque pensara que eso era “bueno o malo” / “mejor o peor”, sino porque nos amplía las potencialidades propias de la psique y la posibilidad de ver el mundo más allá de nuestros hábitos.

Así que dicho esto y poniéndolo en términos prácticos, la invitación es a movernos más allá de lo conocido y experimentar ese misterioso mundo opuesto que no conocemos y que, en muchos modos, hasta repudiamos…

Si eres extrovertida (o), date el tiempo para pensar las cosas con calma, serena tus impulsos, mira un poco más hacia adentro antes de salir a contarle toda tu vida a los demás, descansa un poco de las redes sociales, desconéctate conscientemente, explora el silencio, medita, evalúa con cuidado la calidad y utilidad de tus relaciones, pregúntate con detenimiento quiénes son tus amigos (as) genuinos y cómo cuidas esas relaciones, quiénes son esas personas introvertidas que te rodean y de qué modo te pueden ayudar y enseñar cosas. Revisa si eres esclava (o) de tu apariencia, si te puedes bajar un poco de la necesidad de tener compañía y pasar más tiempo a solas. También hay un mundo en el silencio, un espacio que crees que está vacío y que parece aburrido, pero que en realidad te puede mostrar cosas nuevas que simplemente no te has detenido a observar con todos tus sentidos puestos.

Si eres introvertido, date el permiso de la “impulsividad” de vez en cuando; hay ocasiones donde simplemente puedes decir que sí sin que necesariamente esté claro el resultado y sin que haya que conocer a todos los que participarán. La vida es algo que sucede aquí y ahora, basta con que solo la experimentes y poco a poco vete haciendo a la idea de que el bullicio también es parte de la vida porque cada vez tenemos más recursos para hacer ruido en un mundo sobrepoblado donde hay humanos por todas partes… humanos como una plaga… y te guste o no, también formas parte de esa plaga. Hazte al ambiente, así no sea el lugar que frecuentas y en el que más te guste estar, algo podrás disfrutar y agárrate de eso para sacarle jugo… busca tus amigos (as) extrovertidos (as) y deja que te guíen. La superficialidad a veces es necesaria para estar en paz, tu sensatez te dará la capacidad de juicio necesaria para saber cuándo irte por las ramas, tomar desvíos tangenciales o simplemente mirar para otro lado…

En medio de la casi obsesión por el supuesto “respeto a la diversidad”, nunca habíamos tenido métodos tan sutiles, globales, adictivos y efectivos para obligarnos a actuar y pensar de la misma forma (ideología) y para dividir el mundo entre “correctos e incorrectos”, “buenos o malos”. Aunque saber quiénes somos es una tarea de toda la vida, por lo menos que ahora sepas qué haces con los estímulos que te llegan es un buen comienzo.

🙂

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