
Temporada de clichés
Esta es la primera parte de un par de entradas arriesgadas. Nos meteremos en las entrañas de una bestia que despierta amores y odios. Hay gente que ve en Disney [y sus clichés] la personificación de los valores más sublimes y limpios de la cultura occidental y otro tanto piensa que es una malévola maquinaria corporativa al servicio de la deformación cultural y el pensamiento excluyente; hay quienes hablan de Disney como el gran precursor de la educación subliminal, la manipulación mediática y la programación mental de masas. Son todos puntos de vista con sus argumentos. Vamos a ver qué sale de todo esto.
Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa
Varios de los aparentes clichés que se observan en las películas de Disney parecen estar influidos por dos cosas: en primer lugar por los valores imperantes en la época en la que fue hecha cada película y en segundo lugar por el hecho de tratarse de un cuento de hadas popular o una historia original de Disney. Revisando la cronología de algunas de las películas más relevantes se puede hacer una división en dos grandes épocas (entre los años 60 y 70 pareciese que Disney entró en una especie de letargo). Veamos:
Etapa 1:
- Blancanieves (1937),
- Cenicienta (1950),
- La Bella Durmiente (1959).
Clichés femeninos: la máxima aspiración es “convertirse en princesa». Es relevante el culto a la juventud y la belleza exterior. Hasta la versión de Blancanieves había aceptación de las deliciosas y naturales formas rellenitas de las mujeres normales… luego empezó la era de la delgadez extrema. En esta época también hay una recurrente visión de las mujeres y la feminidad desde la pasividad, sumisión, conformidad y domesticación; vale tener en cuenta que se trataba de viejos cuentos de hadas. El estándar de belleza estaba fijado exclusivamente para los rasgos físicos de la raza blanca.
Clichés masculinos: el hombre aparece relativamente desconocido y con poca participación en el desarrollo del contenido “sentimental” de la historia… esto parece natural en un contexto en el que el papel del hombre estaba ausente del hogar y se le destinaba más a lo exterior y práctico. Este mismo hombre “con un simple beso” salva a la princesa. El estereotipo base ha de ser el de “un príncipe” (ojalá azul) fuerte, seguro, apuesto, con dotes de “salvador”, que hace alarde de una incuestionable tendencia heterosexual (aunque su ropa… hmmm), de muy pocas palabras, que galopa con suficiencia en su caballo blanco y que está destinado a heredar un reino.
Todo esto desemboca en el infaltable y ejemplar “final feliz” donde se elimina una dependencia y es cambiada por otra en la que pasa a ser “salvada” y “cuidada por un hombre”. Esta lista de clichés educó a muchas de nuestras madres y algunos de nosotros alcanzamos a tener una dosis de esto; no sé qué tanto la estén recibiendo los niños y las niñas de hoy día, pero me asombra que no estemos peor… después hablaremos un poco más de eso.
Etapa 2:
- Sirenita 1989
- La Bella y la Bestia 1991
- Aladdín 1992
- Pocahontas 1995
- Mulán 1998
- Tiana y el Sapo 2009
- Enredados 2011
- Valiente (Brave) 2012
Cliché femenino: permanece la princesa pero ya se supera el cliché general del cuento medieval europeo, lo que permite que la diversidad racial o étnica se vea en otro tipo de “realeza multicultural”: Jasmine, Pocachontas y Mulán. Hay una marcada tendencia a sobrevalorar la delgadez y la apariencia física; solo basta con ver las esbeltas y juveniles figuras de Jazmin o Pocahontas ¿Provocativas… verdad? Para esta época la mujer se ha ganado su lugar en la calle; en muchos casos ya lleva las riendas del hogar tanto en lo maternal, material y financiero, lo que a su vez se traduce en mayor independencia y consecuentemente en mayor rebeldía.
La iniciativa propia gana terreno y vemos también mujeres guerreras “que no se dejan de nadie” y que son capaces de pelear “por”, “para” y “con” el hombre que tengan a su lado (sea este su padre o su pareja): Mulán, Pocahontas y Valiente (Brave). Disney parece haber encontrado alguna forma de balance entre este rescate de lo masculino en cada mujer y el mantenimiento de la ternura natural del género femenino, sin que por eso todavía se active la idea de la “maternidad”.
Consolidar una pareja sigue siendo el fin en todo caso y el combustible del cliché del final feliz. No obstante, y esta puede que sea una predicción mía sin fundamento, en la medida en que las tasas de natalidad sigan en descenso no me extrañaría que pronto Disney comience a explotar el leitmotiv de la maternidad en sus próximas películas… por alguna razón lo veo venir, aunque no sé si se quieran encartar con la explicación de “cómo vienen los niños al mundo” (seguro nos harán retroceder a la cigüeña), pero también deberá jugar su lógica financiera buscando que sigan naciendo los niños que alimentan su mercado y que incitan a sus padres a seguir consumiendo. Una cosa llevará a la otra.
Cliché masculino: por fortuna Disney suelta un poco el estereotipo del hombre–príncipe y empieza a darle cabida al arquetipo del padre amoroso que influye directamente en la actitud de su hija. No siempre tiene iniciativa y ya no se le exige mostrar el mismo ímpetu de antes, y de hecho puede verse como cómplice de su hija en varios casos. Ya no se le pide que necesariamente sea ”apuesto y fuerte” como por ejemplo se ve en la Bella y la Bestia y en Valiente. Este hombre ya puede ser salvado por una mujer y él no tiene que ser invariablemente un salvador.
Hasta aquí esta primera parte. Continuaremos en la segunda revisando otro tanto de clichés relacionados con la magia, los huérfanos, los feos y bonitos…
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