Como hemos visto hasta acá (primera y segunda parte), aceptamos fácilmente la creencia de que más = mejor. Esto hace que automáticamente pensemos en que es bueno tener dinero, pero que es mejor tener más. Que es bueno tener una casa grande, pero que es mejor tener una enorme… y así sucesivamente. Por eso es que no estamos a gusto con nada y vivimos en la permanente sensación de carencia que nos mantiene buscando cosas hacia delante. Veamos algunas ideas de cómo salir de la trampa.
Nadie habla de tener que conformarse
Tal vez leyendo el primer párrafo se te haya venido a la mente el mismo pensamiento que se me vino cuando al escribirlo: “… pero es que eso suena a conformismo”, y como ésta es la sociedad del superlativo, aceptar vivir con lo que ya tenemos es como una especie de delito: “¡Cómo es que todavía no tienes…!”, “¡Cómo es posible que no te guste…!”, “Pero si lo de ahora es…”, “¡La tendencia es que todos ahora…!”, y así sucesivamente. Parece que cambiamos un conformismo por otro, es decir, renunciamos a lo que nos importa y acogemos lo que todo el mundo acoge… ¡Ah, pero es que como todos lo hacen, cómo no lo haré yo!
Todo esto de lo que hablo tiene un costo que no solo se mide en dinero. También se ve en el detrimento del disfrute general de la vida, en el descuido de lo que de verdad nos importa cuidar. Por mi trabajo he tenido la oportunidad de ver y escuchar esto infinidad de veces: “Por dedicarme a… descuidé… mi familia, el ejercicio, la salud, el descanso, los amigos, mis aficiones, etcétera”. Por el afán de estar persiguiendo un futuro inseguro, perdimos lo único seguro que tenemos: el presente.
Clarificando lo valioso
Excedernos en prestar atención a lo irrelevante también tiene un costo alto en la salud del alma: la vida se complica más, nos desgastamos, caemos en la resignación y luego en el resentimiento. Lo peor es que todo eso se va para adentro y no sólo se nos enferma el espíritu sino también el cuerpo ¿Tienes alguna duda? Pregunta de qué te has enfermado últimamente y de qué te ha dado dificultad curarte. Nada de eso es casualidad o un necesario producto de condiciones ambientales; también creamos nuestras propias enfermedades en el desequilibrio en el que vivimos.
Demasiada atención a los resultados puede distraernos del cuidado de las fuentes de ese logro. Esto significa que debe haber tiempo y atención para re-crearnos y para poner energía en los demás ámbitos de nuestra vida. También significa que nos corresponde tener claro qué consideramos valioso, cómo cuidamos eso y por qué nos importa cuidarlo:
Valor: es un juicio que hacemos sobre si algo se hace cargo de satisfacer una inquietud, preocupación o interés que tenemos.
Cuidado (atención): es la forma como nos hacemos cargo de lo valioso a través de la energía y la acción que le damos.
Lo que importa (o importancia): es el sentido que encontramos en aquello que juzgamos como valioso y que nos impulsa a cuidarlo.
Esto se entiende mejor practicándolo. Hagamos un ejercicio:
- Escribe una lista de lo que juzgas como más valioso en tu vida; hazlo a medida que se te ocurra sin darle un orden. Se trata de listar aquello que más te importa cuidar. Puede ser en el ámbito profesional, laboral, familiar, de salud, pareja, recreativo, social, financiero, etcétera.
- Luego organízalo de lo más a lo menos importante. Esto puede ser difícil en principio, pero una pregunta que te puede ayudar es: ¿Mi vida como un todo tiene sentido si…? Y deja que la respuesta llegue. Verás lo fácil que es ordenarlo después.
- Luego de forma breve escribe cuáles deberían ser las condiciones en las que crees que debería verse, sentirse y funcionar este ámbito para que te sintieras en paz (satisfecho). Indica también por qué es importante para ti, cuál es la relevancia y sentido que le encuentras. Hazlo máximo para las primeras 3 o 5 cosas que definiste. Tal vez las demás no sean tan prioritarias (eso sólo lo defines tú).
- Dependiendo de las condiciones que acabas de describir, evalúa qué tanto lo estás cuidando y cómo está tu satisfacción frente a la forma como se está manifestando este ámbito de valor en tu vida.
- Finalmente, en los ámbitos de valor que experimentas insatisfacción o vacío, especula sobre cuáles podrían ser esos compromisos, acciones o aprendizajes necesarios para mejorarlos o transformarlos. Incluso, si es del caso, también revisa qué tan realistas y valiosas están siendo las condiciones en las que quieres que se manifieste ese ámbito.
Cuidar lo que importa en tu vida puede que sea la forma más simple de hacer lo suficiente. Si haces más de eso es sobre-compromiso, y si haces menos es descuido. ¿Dónde crees que está el balance? Acá no tiene nada que ver con “hacer más” o de que “salgamos con tarea”. Se trata es de enfocarnos en cuidar lo valioso, incluso si esa atención implica no hacer nada.
Personalmente hago este ejercicio por lo menos unas dos o tres veces al año, no sólo para hacer definiciones (en año nuevo resulta bastante útil), sino para hacerle seguimiento a estas definiciones. Por eso puedo asegurar con absoluta tranquilidad que el ejercicio funciona. También puedo decir que revisar lo que importa también me ha ayudado a darme cuenta de cuándo “he puesto la escalera en la pared equivocada”. En dicho caso me bajo, muevo la escalera y vuelvo a subir. También se trata de ese sano juego de cuestionarnos a sí mismos.
Lo valioso y lo que importa no es algo que escribas en piedra. He podido comprobar que conforme cambio yo mismo, también lo hace aquello a lo que le doy valor. En el camino me he despojado de muchas cosas en las que creía, y he abierto espacio para que llegaran otras nuevas que encuentro más valiosas y que me importan más. Por ejemplo este blog es una de ellas.
Viviendo un día a la vez
“Vive un día a la vez”, fue lo que me dijo una voz interior en algún momento de crisis y desequilibrio. Esa visión volvió a poner las aguas en quietud y armonía. Es muy fácil que el pensamiento nos juegue la pasada de ir al futuro, brincar al pasado y regresar al parloteo habitual de la mente. Nuestra mente funciona así y por eso nos cuesta trabajo vivir un día a la vez.
La cuestión es simplemente aprender a vivir en el aquí y ahora, en la paz del instante, sin nostalgias y sin preocupaciones. Cuando estamos en ese único momento podemos actuar con precisión y saber cómo decidir cuánto es hacer y tener lo que sea suficiente para cada uno de nosotros, en vez de sucumbir a los excesos… aprendemos a vivir sin más ni menos de lo que realmente necesitamos.
[…] detalladamente en otras entradas (“El arte de decidir cuánto es suficiente” primera, segunda y tercera parte), vivimos condicionados para diseñar nuestra vida buscando el agrado de los demás. Nos […]
Me gustaMe gusta