La Tradición Oculta del Alma (Leído)

Hace tiempo no leía un libro tan bueno… sobre todo uno que me niego a recomendar porque creo que no es para cualquiera… Y no porque sea incomprensible, sino porque exige una sensibilidad y un cierto desapego intelectual que sé que es escaso en la mayoría de las personas. De todos modos, es una lectura con mucho mérito, un verdadero delite.

¿De qué va el libro? La respuesta es sencilla: es una síntesis de las principales concepciones alrededor de la idea del alma en la tradición cultural, espiritual y religiosa del mundo occidental. Naturalmente, hay algunas referencias esporádicas a otras culturas y regiones del mundo.

Este no es un libro para mentes materialistas, para aquellos que están convencidos de que somos una clase de accidente biológico en la evolución de este planeta aislado en el extremo de la galaxia. Es más, si no te cabe la idea del “alma” ni siquiera hubieras llegado hasta este punto de la entrada. Por eso tampoco lo recomiendo a cualquiera.

Tal y como dice Harpur: “Somos como personas desnutridas a las que se les dan libros de cocina en vez de comida”.

Una característica clave en el desarrollo de la obra es la dicotomía alma–cuerpo. Donde naturalmente se asume que el cuerpo es el componente material–terrenal–moral y digamos “burdo”, y el alma se asume como el componente espiritual–divino–inmortal que nos habita. No obstante, existen variantes a esta concepción, como las que admiten en algunos pueblos originarios en los que el cuerpo es la manifestación de la identidad del alma y que en tal sentido no existe esta dicotomía, es simplemente una cuestión de causa–efecto natural.

Existe cierto consenso de que el alma goza de una libertad que va más allá de las barreras del mundo material. El alma sube [al cielo] y desciende cuando así lo estime, ya sea en sueños, al meditar, en estados profundos de oración, bajo el influjo de algún estado expandido de consciencia o algún tipo de fuerza [natural] elevada que así lo disponga.

En esa misma libertad, el alma también goza de cierta identidad única que por momentos se pierde en el mundo material y al mismo tiempo es susceptible de extraviarse, ser “secuestrada” o perderse en el camino.

Harpur atribuye la tradición del alma mayormente a las concepciones de la Grecia antigua y otro tanto a la herencia judía, sin dejar de lado influencias chamánicas y egipcias, que con el paso del tiempo fueron siendo absorbidas y transformadas por religiones y concepciones espirituales posteriores. Al llegar a este punto aparecen conceptos clave que va desarrollando: Demiurgo (como principio creador de la realidad en la concepción platónica) y Ánima Mundi (alma del mundo).

Pero quizás el elemento más relevante en su descripción y que le da peso a su disertación es el de daimón. Casi que podría decirse que el resto del trabajo se basa en las concepciones y manifestaciones de este daimón y su contenido simbólico y concreto en la concepción de la vida humana y del sentido del cosmos representado en la realidad del alma. En tal sentido, dice:

“Los daimones constituyen, pues, una metáfora extraordinaria de la naturaleza del alma (o, como podríamos decir hoy en día, de la psique inconsciente), a la que, como señalaron los neoplatónicos, personificaban. Tal vez su función más crucial era la de actuar como intermediarios entre este mundo y el Otro Mundo de las Formas (p. 40)”.

El alma se expresa a sí misma a través de la imaginación. Imaginar es una cualidad propia que define la “personalidad” del alma y casi que subyace a ella. Al mismo tiempo, esta cualidad creativa es la le da su sentido de individualidad.

Hablar del alma es hablar de una pequeña representación del cosmos que se hace material, pero que anhela volver a fundirse con el Uno, retornar al origen. El alma no se manifiesta objetivamente o como una entidad definible, sino a través de mitos y representaciones arquetípicas (contenidos simbólicos) que le dan sentido a su comprensión.

Tratar de abarcarla en personajes o concepciones sistemáticas y racionales se torna impreciso. El alma no se “deja ver” dentro de un sistema o fundamento, como es el esfuerzo de la psicoterapia y la religión según dice Harpur. El alma, como pensaban los alquimistas, se manifiesta a sí misma solo a través de la vivencia, la creación o la narración estética que esta hace de sí misma y sus impresiones.

La presencial del alma se evidencia a través de las manifestaciones de un “daimón contento”. Los griegos llamaban a esto eudaimonia y lo reconocían como un propósito central del alma: su manifestación a través de la felicidad – alegría. No importa la función o actividad material del ser manifiesto, siempre y cuando lo hiciese con la alegría propia del alma. Esta realidad parece persistir hasta nuestro tiempo y ahora le llamamos “flujo” (flow).

La relación entre alma y ego es la vez una fuente de conflicto y una necesidad. Este es un apartado extenso del libro, pero que se resume en el tránsito que atraviesa el ego para forjarse y que al mismo tiempo le sirve al alma para experimentar y aprender. Por eso son tan importantes los ritos de paso, las ceremonias y los rituales: porque dan un sentido de identidad y ciclicidad a la ocurrencia de fenómenos vitales asociados al habitáculo corporal dominado por el ego.

Cuando estos rituales no se dan, el ego deja de tener un espacio de referencia para definirse y ubicarse. Simplemente queda a merced de los códigos sociales, las costumbres, la ideología o los caprichos culturales que por sí mismo es capaz de engendrar. El ego se aparta de su conexión y comprensión del mundo para pasar a convertirse en una versión latente de este, con los conflictos y ambigüedades que esto desata.

Este libro, sin duda, da para un desarrollo mayor y para deleitarse en la profundidad de sus contrastes. Igualmente, para aquellos que disfrutamos de cuestionar las ideas reinantes, también ofrece perspectivas valiosas frente a muchas concepciones que damos por sentadas o que creemos únicas y originales, cuando en realidad se manifiestan de un modo particular y a la vez diverso.

Encantador, amplio, profundo y a la vez concreto. “La Tradición Oculta del Alma” es un libro excelente y encantador.

Para revisar el libro, puedes visitar la seccion de libros electrónicos (antes de tenerlo en papel…)

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2 comentarios en “La Tradición Oculta del Alma (Leído)

  1. Aunque por mi formación y dedicación soy materialista, no dejo de admirar la metáfora del alma y su correspondencia con el incognoscible mundo íntimo de lo que nos mueve, anima y motiva. Quizás para el arte y para el sentir y para los sueños y para abstraernos en nosotros mismos sea conveniente concebir esa separación de alma y cuerpo, ese dar entidad diferente y completa a cada uno de ellos. En todo caso, resulta gratificante discurrir por tales derroteros

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