Temporada de clichés
Con esta entrada ya terminamos esta serie (te recomiendo leer la primera y segunda parte por si no lo has hecho) dentro de la temporada de clichés y nos meteremos con dos temas finales: Por qué en el amor y en la guerra todo se vale y las excusas típicas para terminar de forma polite una relación y cerraremos reflexionando un poco por qué al final el príncipe destiñe y la princesa engorda. Cuando empecé esta serie olvidé aclarar que, por lo menos en el caso de Colombia, estamos en el “mes del amor y la amistad”. En esta esquina de Suramérica siempre se celebra en septiembre (con su respectiva avalancha de consumo compulsivo, culpabilidad y cursilería). El punto es que la época es propicia para revisar un poco los clichés y creencias que tenemos alrededor del amor y las relaciones de pareja.
15. En el amor y la guerra todo se vale: ¡Mentira! Ni en un caso ni en otro “todo se vale”. En nombre de este cliché mucha gente ha caído en cosas lamentables que incluso han dejado personas lesionadas o en la cárcel. Desde casos de acoso hasta actos demenciales como incendiar la casa de su ex–pareja. De nuevo ¿Dónde está el amor ahí? Y si habláramos del amor como una “guerra”, cosa que claramente es un despropósito lógico, podemos remitirnos a cosas tales como por ejemplo los Convenios de Ginebra; incluso hasta algo tan bajo como una guerra tiene unas normas mínimas conocidas como Derecho Internacional Humanitario. La idea de que el amor se equipare a la “guerra” no tiene sentido. Salir ahora con que “todo se vale” es pretender darse un permiso que no existe para irse en contra de todo.
16. Algunas excusas típicas para terminar una relación: me di a la tarea de recordar algunas conocidas excusas para terminar relaciones. En algunos casos varias fueron usadas o recibidas por mí y otro tanto también fueron consultadas con ciudadanos de a pie. Definitivamente la coincidencia y repetitividad le dan a estas el carácter de clichés (si se te ocurre alguna adicional puedes dejarla en el área de comentarios de esta entrada):
- No eres tú, soy yo…
- No soy la persona para ti, mejor que estés con… alguien más. (No entendí… o sea que ¿Me vas a presentar algún amigo (a)?)
- Encontré a alguien mejor que tú… (Ay no, se me viene a la mente la cancioncita de José Luis Perales… “Y cómo es él, en qué lugar se enamoró de ti… pregúntale a qué dedica el tiempo libre… es un ladrón que me ha robado todo”. ¡Ah no! Mejor aún, la cancioncita de Arjona: “Te conozco desde el pelo hasta la punta de los pies (…). Dime si él te conoce la mitad… Dime si él…” .
- Hay que darnos un tiempo…
- Corolario: Necesito tiempo para estar conmigo mismo. (Sí, porque conmigo nunca estuviste…)
- Mi mama / papá ya no quiere (n) que ande contigo… (Sí, ve corriendo a que te apapachen y te limpien los mocos… y mira a ver si un día creces y maduras…)
- Te quiero pero como amigo (a) / Mejor quedemos de amigos…
- Te quiero pero es mejor para ambos que nos alejemos…
- Eres divino (a), me encantas, pero no creo que lo nuestro funcione… (Bueno ¿Al fin qué?)
- Yo creo que te mereces algo más y yo no te lo puedo dar.
- Corolario: Mereces algo mejor que yo. (ah, o sea que elegí mal según tu… ¿Dime dónde hago el reclamo?)
- Si seguimos con esto alguien saldrá herido y francamente no quiero que seas tú. (Qué altruismo, qué bondad, de verdad que sí… es que ni la madre Teresa de Calcuta)
- Definitivamente no nos entendemos. (Sí, es que entre entender cómo me metí contigo y que tú me entendieras era imposible lograr entender algo concreto aquí…)
- Estoy atravesando una etapa difícil en mi vida y no quiero que esto afecte nuestra relación. (Pero si nos habíamos prometido apoyarnos y estar juntos… ¿Entonces qué al fin?)
- Deberíamos ver otras personas. (No, más bien a quién estás viendo tú…)
- No estoy listo para el compromiso. (Noooo, ni yo tampoco, ¿Cuál compromiso? ¿Qué te asustó?)
Y si se te ocurre alguna o has dicho o te han dicho déjala en el área de comentarios…
A manera de conclusión: El príncipe azul destiñe y la princesa engorda
El príncipe azul no existe. Lo mismo ocurre con las princesas. Somos gente normal, tengamos mucho o poco, seamos bonitos o feos, inteligentes o tontos. En términos simples es el enamoramiento lo que nos hace distorsionarlo todo y ver cosas que no existen, pero cuando esa contaminación neuroquímica termina, el mundo vuelve a la normalidad. Nos enamoramos de una expectativa, pero nos cuesta amar una realidad y abrir los ojos a esa verdad es difícil y doloroso.

Cuando empieza aparecer la agresividad, los celos, los desatención, las dudas, los apegos, la denigración, las condiciones, el desconocimiento de las expectativas, el egoísmo, la indiferencia, los juicios y reproches, la falta de comunicación, la discrepancia en los planes personales, ausencia de proyectos comunes, diferencias de opinión, culpabilización, la desatención en general, entre otro tanto de factores, el cuento de hadas empieza a cambiar de color.
Cuando hablamos de que la princesa engorda, esto no tiene nada que ver con el cliché de su apariencia física. Hablo de que con el tiempo la naturaleza va haciendo lo suyo y que todo cambia; no hay escapatoria, es un proceso inexorable que nos ocurre por igual tanto a hombres como mujeres. Empezamos con la máscara puesta y poco a poco nos la vamos quitando.
Puede que hasta aquí el asunto suene sombrío y desalentador. Tal vez haya mucha gente leyendo esto y diciendo que en efecto es así o que a ellos no les ha pasado, y está bien. El punto es que como he dicho, cuando nos quitamos la máscara y nos mostramos como somos el príncipe ya no se ve tan azul como se era antes y la princesa ya no es tan flaca y sensual. Cada uno pasa a ser simplemente el que es, y en ese momento la vida nos pone ante una oportunidad de oro: lanzarnos a la aventura de conocer el ser interior de alguien que se despliega ante nosotros, o simplemente tomar la decisión de seguir buscando otra «ilusión» a la cual volvernos agarrar.
Las ilusiones se diluyen tarde o temprano, lo genuino no tiene más camino que sostenerse en el mero hecho de ser.
Hasta aquí esta serie sobre los clichés del amor y la vida en pareja. Sólo un comentario final: escojan un príncipe que sepa desteñir y una princesa que no se empeñe en vivir avergonzada porque engorda. No creo que haya nada humillante en ello.
–
[…] podemos ser muy decepcionantes para ustedes, sobre todo si entran esperando muchas cosas de un cuento de princesas que no existe. Somos sencillos, terrestres, lineales, vagos. En todo caso creamos mucho del mundo en el que […]
Me gustaMe gusta
Yo no sirvo para el compromiso, dicen ahora algunos.
Me gustaMe gusta
Sí, es como contradictorio en el fondo… Uno salir a decir que no sirve para algo que ni siquiera ha probado. Tal vez nunca se han comprometido de verdad pero aseguran que no sirven para eso… Otra cosa es uno renunciar a los compromisos después de haberlo hecho, pero esa es otra historia.
Me gustaMe gusta