Viviendo anestesiados: 10 claves para recuperar la capacidad de asombro (segunda y última parte)

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Todo el tiempo me relaciono con gente que se “asombra” del conocimiento de otros. También me encuentro con esa misma gente en situaciones en las que dicen que “no saben algo”, pero tampoco hacen nada por aprenderlo. Otra porción de esa gente está esperando el momento para empezar otro posgrado (casi siempre la espera tiene que ver con disponer del dinero y el tiempo suficiente) y seguir adornando su curriculum vitae. La impresión que me da es que terminan estando tan cómodos y pasivos con lo que saben que se vuelven “anti-curiosos” (si es que esa palabra existe) y cuando me los encuentro siguen siendo los mismos de siempre… ¡Ah! Y por cierto, gente poco interesante.

Son las mismas personas de siempre: pobres de experiencias, que no leen, no viajan, no experimentan, no exploran, no escuchan y no conversan. Son las personas que piensan que para aprender se necesita “institucionalizarse” en una colegio, academia o universidad y tener un “certificado” de que saben. Dicen que tienen mucha experiencia porque llevan años haciendo lo mismo y se lo saben de memoria; por eso creen que lo hacen muy bien, pero cuando hay que cambiar, mejorar o eliminar algo salen corriendo a esconderse para renegar o “conspirar” contra el cambio y lo nuevo. Son como una especie de muertos vivientes.

La curiosidad como regalo

Vivo profundamente agradecido porque la vida me premió con un par de padres que fomentaron mi curiosidad. Siempre tuve eco a las iniciativas que implicaban aprender de muchas cosas diferentes: desde culinaria hasta el cambio de empaquetaduras de grifos, pasando por la reparación de interruptores eléctricos y la fe ciega de que en algún momento podía arriesgarme a cambiar las poleas de la casetera del viejo equipo de sonido de mi casa… y lo más fascinante es que luego de varias horas de análisis, ensayo y error logré hacerlo y el arreglo funcionó.

Desde que tengo memoria tuve muy disponible la frase de: “aprenda de todo en la vida que uno no sabe cuándo le va a servir” y puedo decir que llevo años haciéndolo y sacándole jugo a esa enseñanza. Saber de muchas cosas me permitió tener un cómodo y tranquilo servicio militar y años después me permitió irme a vivir solo a una ciudad diferente sin que eso fuera un trauma. Vivo agradecido porque al permitirme aprender tanto, mi confianza en mí mismo también se fortaleció.

Diez claves para mantener la capacidad de asombro y la curiosidad

En ese proceso he aprendido varias cosas que me atrevo a resumir en estas diez claves que vivo y practico permanentemente para mantener intacta mi capacidad de asombro y mi creatividad:

 1. No “casarte” con una sola manera de ver el mundo o de hacer las cosas: El hecho de ya conocer algo no significa que siempre se vaya a manifestar igual. Una pregunta interior que ayuda mucho es: ¿Qué es lo nuevo que me trae esto esta vez? Si te quieres entrenar en esta habilidad vuelve a ver películas que viste hace años o vuelve a leer un libro que ya habías leído. Te darás cuenta de que eras alguien distinto en ese momento; hoy verás las cosas diferentes, pero lo más fascinante del ejercicio es que te mostrará mucho de quién eres actualmente.

2. Acéptate como ignorante y no dejes nunca de aprender: Mucha de la gente más brillante que conozco lo es, no porque necesariamente tengan mayor capacidad intelectual, sino porque a toda hora están aprendiendo y desaprendiendo. Siempre se están haciendo preguntas, viajando, leyendo, conociendo gente nueva, curioseando, probando. Les gusta estar a la vanguardia del pensamiento, ya sea que este sirva o no; lo importante es conocer y tener el criterio suficiente para decidir qué hacer con todo eso. Nadie sabe absolutamente de todo. Personalmente me esfuerzo por actuar del mismo modo y seguir este ejemplo. ¡Hacerlo funciona!

3. Escuchar, escuchar, escuchar… y escuchar: Tenemos dos orejas para escuchar y una boca para hablar. Por desgracia no hemos sido educados en el valioso arte de escuchar sin juzgar y sin replicar. En el ruido mental en el que vivimos, siempre que escuchamos a alguien, estamos listos a replicar, contestar o decir lo que pensamos; por eso no conversamos, simplemente parloteamos. ¿Te has visto en esas molestas charlas en las que todo el mundo empieza hablar de sí mismo pero nadie escucha a nadie? ¿Ves que cada quien está listo preparando su repuesta y hasta interrumpiendo a los demás? Haz la prueba y verás; ensaya a no pensar en ti y concéntrate en lo que escuches. Verás el inmenso tesoro que hay en todo lo que encuentras.

4. Toma personas que te sirvan de referente y ejemplo: Se trata de conocer personas que nos inspiren y nos guíen con su ejemplo sin que tengamos que imitarlos. Al final cada uno de nosotros decide qué camino tomar, pero hay seres que nos muestran rumbos inspiradores. Ten en cuenta que no sólo te pueden servir los ejemplos, sino los contra-ejemplos; hay gente a la que definitivamente no nos queremos parecer y estos seres también te enseñan en su contra–sentido.

5. Derrota la compulsión por “tener la razón”: Practica con disciplina el ejercicio de poner en duda tus ideas, creencias y conceptos. Personalmente soy propenso a caer en el error de creer que tengo la razón. A golpes he ido descubriendo que la razón no es una sola y que frente a un mismo fenómeno existen muchas razones. Poco a poco he ido aprendiendo a sacarle provecho al ejercicio de conocer muchas razones. Esto ha tenido un impacto inmenso en mi inteligencia porque cada vez me permite pensar más sistémicamente y darme cuenta de las complejidades y conexiones que se encierran en cada situación. Como dicen, «es mejor ser feliz que tener la razón».

Un ejercicio que te recomiendo y que incluso encuentro divertido, es encarar una situación y empezar a imaginar por qué se presenta como se presenta; mientras más y más razones descubro me doy cuenta de lo “endeble” que puede ser “tener la razón”. Si hay muchos caminos lógicos cualquier explicación puede servir y automáticamente esto me obliga a hacerme nuevas preguntas e investigar más. Hay quienes llaman a esto “no tragar entero”.

6. “El que enseña aprende dos veces”:Cuando enseñas te das cuenta de cuánto sabes, cuánto desconoces y en dónde tienes que centrar tu aprendizaje. ¿Alguna vez te has asombrado al ver todo lo que conoces sobre un tema que ni siquiera notaste cómo y cuándo lo aprendiste? Paralelamente, cuando enseñas con pasión y agrado, es más factible que despiertes el mismo sentimiento en las demás personas y les facilites su aprendizaje. Así que si tienes oportunidad de enseñar ¡hazlo! También regocíjate al presenciar lo que va pasando con la gente a quien acompañas en el proceso. Si hay algo que estimule la propia curiosidad y capacidad de asombro es recibir el agradecimiento de alguien más que aprende ti; esto es un motorcito fabuloso para seguir aprendiendo y ayudando.

7. Recuerda que “un experto es aquel que sabe mucho sobre muy poco“: Ya lo he mencionado en una entrada anterior, por lo que no entraré en detalle. Aquí lo importante es la reflexión de que el mundo evoluciona hacia el ser humano “knowmad”, hacia las personas que tienen buenos conocimientos sobre muchas cosas y son capaces de conectar varios temas entre sí. Más allá del conocimiento en sí mismo, es el gozo y la gratificación de ver la riqueza del mundo, la fascinación que produce exponerse a la diversidad y lo estupenda que es esta actitud para derrotar la monotonía y la vida anestesiada.

8. Convive con niños: Convivir con niños significa jugar y compartir genuinamente con ellos, ponerte a su nivel, sentarte en el suelo, ponerte en cuclillas cuando les hables (por cierto, si quieres tener impacto e influencia en un niño ponte a su nivel, no los obligues a que tengan que inclinar la cabeza para mirarte hacia arriba salvo que les estés dando una orden directa y clara), embarrarte o mojarte con ellos, pasar la misma cantidad de horas en la piscina y dejar que la piel se te arrugue tanto como la de ellos, recorrer la playa entera recogiendo conchas y haciendo castillos de arena, brincar en el inflable (si es que aguanta tus 80 Kgs.), hacer que te vean leyendo y leerles, colorear con ellos, jugar a la cocinita o a la maestra (que quede claro que tú eres el alumno… además que esto te da pistas de qué es lo que ven de sus maestras en el colegio…), dejar que te inviten a comer lo que cocinaron así sean unas galletas despedazadas que saben a papel… y sobre todo, escucha y asómbrate con el mundo entero que han creado en su imaginación.  La neurociencia sigue demostrando que convivir con niños renueva nuestra  capacidad de asombro. Volver a ser niños la reactiva.

9. Gracias a internet, vivir en la ignorancia es una elección personal: El conocimiento cada vez es más libre, democrático, global y económico. Aunque no es nada bueno para la industria editorial, también son montones los libros y publicaciones que hoy día se pueden descargar gratuitamente de internet. Por ejemplo ¿Has escuchado hablar de los MOOC (Massive Online Open Courses (Cursos online masivos y abiertos))? Visita este sitio y te enterarás bien de qué se trata. ¿Te has percatado de la inmensa cantidad de vídeos que hay en Youtube que explican cómo hacer infinidad de cosas? El límite es tu imaginación y tu curiosidad.

10. Fluye: Deja que las cosas vengan como tengan que venir, ocurran como tengan que pasar y se vayan como se tengan que ir. Deja de forzar las circunstancias y deja de ir en contra de la perfecta voluntad que las mueve.

Espero que esta se sencillas claves, más basadas en la experiencia que en la técnica, te sirvan para “darte cuenta” y mantener con vida tu capacidad de asombro o simplemente salir de la anestesia.

 

 

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4 comentarios en “Viviendo anestesiados: 10 claves para recuperar la capacidad de asombro (segunda y última parte)

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